Final De Los Tiempos

viernes, 24 de febrero de 2012

HOMILIA DOMINICAL 26 De Febrero De 2012


HOMILIA  DOMINICAL
26-febrero-2012
Por Jorge Humberto Peláez S.J.



1. Lecturas:
a. Génesis 9, 8-15
b. I Carta de san Pedro 3, 18-22
c. Marcos 1, 12-15

2. El Miércoles de Ceniza muchos católicos se acercaron a las iglesias para participar en un rito muy sencillo y significativo, la imposición de la ceniza, que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de los proyectos humanos y es un llamado a revisar el curso de nuestra vida.

3. En los días anteriores al Miércoles de Ceniza, en muchas ciudades del mundo se celebraron los Carnavales, que se caracterizan por los desfiles de comparsas y las fiestas en las calles. Es un periodo de permisividad y descontrol. En los Carnavales de nuestra época se entremezclan elementos muy antiguos del mundo greco-romano (las fiestas de invierno o Saturnales, y las Bacanales o fiestas en honor de Baco dios del vino), tradiciones andinas prehispánicas e influencias de la cultura afro.

4. En este tiempo litúrgico de Cuaresma nos preparamos para la celebración de la Pascua de Jesús, es decir, su pasión, muerte y resurrección. La Pascua del Señor es el clímax de la historia de la salvación y el contenido central de nuestra fe; la mejor preparación será acoger la invitación a la conversión que nos hacen las lecturas bíblicas que escucharemos durante los próximos Domingos de Cuaresma; este mensaje central aparece con claridad en el evangelio de hoy: “Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el evangelio”:
a. La conversión no es una tarea que podemos hacer dedicándole unas cuantas horas de trabajo a la semana, sino que es un proceso que requiere toda la vida.
b. Este proceso debe partir de una pregunta básica: ¿qué quiere Dios de mí? Si no tengo esta claridad inicial, mi vida será una continua improvisación, desgastándome en actividades que no responden a un proyecto global sobre el sentido de mi vida.
c. Lo primero es, pues, preguntarnos por el “principio y fundamento” de nuestra existencia.
d. Si tenemos claridad sobre el punto de partida, podremos avanzar explorando si las actitudes y acciones singulares son coherentes con el plan que Dios nos propone realizar. Si hacemos con sinceridad este examen, descubriremos que hay muchas negatividades que nos impiden avanzar por el camino de la voluntad de Dios. La conversión nos pide reconocer las incoherencias entre el plan de Dios y las opciones de nuestra libertad, para luego ajustar el rumbo de la vida.

5. La conversión es, pues, ese proceso interior de reconocimiento, purificación y ajuste existencial. Este proceso nunca terminado de la conversión se nutre de la experiencia fundante de la vida cristiana, que es el sacramento del bautismo; al recibirlo dejamos atrás el pecado y los antivalores para renacer a la vida nueva que nos ofrece Jesús resucitado. Por el bautismo los creyentes participamos del misterio pascual de Jesús.

6. Por eso la liturgia de este I Domingo de Cuaresma, cuyo mensaje central es el llamado a la conversión, tiene como telón de fondo el sacramento del bautismo, que es el que transforma el ser del cristiano y le da la gracia para actuar en coherencia con esa transformación radical.

7. Encontramos referencias bautismales en el texto de la I Carta de san Pedro y también, de manera simbólica, en el libro del Génesis:
a. Dice el apóstol Pedro en su I Carta, refiriéndose al relato del Diluvio en el libro del Génesis: “Aquella agua – la del Diluvio - era la figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo, Jesús, Señor nuestro”.
b. Para comprender esta referencia de san Pedro al Diluvio, es conveniente recordar que los escritos del Nuevo Testamento interpretan los textos del Antiguo Testamento a la luz de la resurrección de Jesús; en otras palabras, los acontecimientos que van tejiendo la historia de la salvación en su primera etapa, que es el anuncio o preparación, son releídos en la perspectiva de Jesús, como realización de la promesa y plenitud de la revelación. Su muerte y resurrección sellan la alianza definitiva entre Dios y la humanidad.
c. El libro del Génesis nos habla del Diluvio, del cual Noé y su familia fueron los únicos seres humanos sobrevivientes. Según el relato bíblico, los pecados de la humanidad fueron borrados por el Diluvio. Después de esta purificación radical, la luz del arco iris anunció una renovada alianza de amor; dice el relato del Génesis: “Pondré mi arco iris en el cielo como señal de mi alianza con la tierra”. El agua del diluvio y la luz del arco iris son símbolos de purificación y de vida nueva, y preanuncian el agua de la fuente bautismal y la luz de Cristo que la Iglesia confía a los padres y padrinos. El apóstol Pedro nos ayuda a comprender la relación entre el relato del Génesis y la vida sacramental de la Iglesia.

8. En este I Domingo de Cuaresma, dispongamos nuestro espíritu para vivir la experiencia renovadora de la Pascua de Jesús; y para ello recorramos el camino de la conversión y tomemos conciencia del significado del bautismo para nuestra vida de fe.

martes, 21 de febrero de 2012

Miércoles De Ceniza Año 2012


Tomado De Ciudad Redonda

Lectura de la profecía de Joel
(2,12-18)


«Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto.

Rasgad los corazones y no las vestiduras; convertíos al Señor, Dios vuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.»

Quizá se arrepienta y nos deje todavía su bendición, la ofrenda, la libación para el Señor, vuestro Dios.

Tocad la trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión. Congregad al pueblo, santificad la asamblea, reunid a los ancianos. Congregad a muchachos y niños de pecho. Salga el esposo de la alcoba, la esposa del tálamo.

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen los gentiles; no se diga entre las naciones: ¿Dónde está su Dios? El Señor tenga celos por su tierra, y perdone a su pueblo.»

Palabra de Dios





Salmo
Sal 50,3-4.5-6a.12-13.14.17


R/. Misericordia, Señor: hemos pecado


1.  Misericordia, Dios mío, por tu bondad, 
por tu inmensa compasión borra mi culpa; 
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.

2.  Pues yo reconozco mi culpa, 
tengo siempre presente mi pecado: 
contra ti, contra ti sólo pequé, 
cometí la maldad que aborreces. R/.

3.  Oh Dios, crea en mí un corazón puro, 
renuévame por dentro con espíritu firme; 
no me arrojes lejos de tu rostro, 
no me quites tu santo espíritu. R/.

4.  Devuélveme la alegría de tu salvación, 
afiánzame con espíritu generoso. Señor, 
me abrirás los labios, 
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.





Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pablo a los Corintios (5,20–6,2)


Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.

En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.

Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.

Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación.

Palabra de Dios






Lectura del santo evangelio según san Mateo
(6,1-6.16-18):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.

Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.

Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.

Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.»

Palabra del Señor




Oración Colecta

Oh Dios, Padre nuestro sin igual: Tu Hijo, tu Palabra viviente, vino a nosotros como uno de los nuestros, formado de la misma carne y sangre.

Disponnos para acogerle siempre y para escuchar lo que él nos diga, aun cuando su palabra nos inquiete y nos moleste.

Y danos también valentía para pasar esta misma palabra a otros, para que nos libere a todos y nos lleve a ti como pueblo tuyo querido.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.




Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro: Tú nos pides aceptar con fe
tu palabra proclamada por tus mensajeros y sobre todo por Jesucristo, tu Palabra viviente.

Haz que reconozcamos y acojamos la humilde venida de tu Hijo en estos signos sencillos de pan y vino.

Que su palabra y la de los profetas arraiguen en nosotros y nos transformen en una comunidad en la que prevalezca el amor, la fraternidad, la justicia y el perdón propios de Jesucristo nuestro Señor.





Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre amoroso: Tú nos permites participar de tu fuerza y poder por medio de Jesucristo, tu Hijo entre nosotros.

Que su palabra, que hemos escuchado hoy, se haga verdad y realidad en nuestras vidas y nos dé valor para proclamarla, sin falsa vergüenza ni miedo, a quienquiera que esté dispuesto a escucharla.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.



Bendición

Hermanos: Hemos escuchado hoy a Jesús: Que su palabra no caiga en oídos sordos. Y que no la guardemos sólo para nosotros mismos, sino que la compartamos con los demás como un reto para crear todos juntos una comunidad en la que imperen la justicia, la fraternidad y el amor.

Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.



Intenciones


1.  Para que la Iglesia siga escuchando a los profetas que están en medio de nosotros, ya que el Espíritu nos habla a través de ellos, roguemos al Señor.

2.  Para que el pueblo de Dios siga escuchando la palabra que Jesús nos dirige en nuestras asambleas cristianas, tomada como palabra de Dios dirigida hoy personalmente a cada uno de nosotros, roguemos al Señor.

3.  Para que, ante el silencio de los que no tienen voz, los cristianos como nuevo pueblo de Dios escuchen la voz del Señor que clama a voz en grito por justicia y compasión, roguemos al Señor.







Año II. Según la mentalidad del pueblo de Dios, Dios era su defensor; David, al crear un ejército de servicio militar obligatorio, estaba como usurpando el poder de Dios, tomando sobre sí mismo lo que era    propiamente tarea del mismo Dios.

Evangelio. Un hombre o una mujer como nosotros, de a pie, cuyos padres conocemos, ¿cómo se atreve, él o ella, a hablarnos palabra de Dios  -  si es que es palabra de Dios? Jesús, el carpintero del pueblo, a quien todo el mundo conocía, ¿cómo podría hacer milagros  y de dónde sacaba ese extraño mensaje que proclamaba?

--- La Iglesia, con todos sus defectos, y el sacerdote, que no es  mejor que nosotros,  ¿cómo se atreven a hablarnos en el nombre de Dios? ---  Pero… Dios habla por medio de gente ordinaria.

La palabra y el mensaje de Dios  son más fuertes que los débiles mensajeros que él envía para proclamar su palabra profética.  Los vecinos de Nazaret, sus paisanos, no aceptaron a Jesús.  --- ¿Aceptamos nosotros a los que hablan fuerte y claro en favor de lo que es justo, verdadero y bueno?






Miércoles 22 de Febrero del 2012

Hoy interrumpimos el tiempo ordinario para comenzar el tiempo de cuaresma, que es un itinerario de preparación para vivir la alegría pascual. Si no queremos llegar a la semana santa simplemente contentándonos con participar de unas celebraciones folklóricas y emotivas, necesitamos tomarnos en serio este tiempo de cuaresma y así poner toda nuestra vida en clave pascual.

Empezamos la cuaresma con la imposición de la ceniza. Es un gesto litúrgico impactante. Se nos coloca la ceniza en la frente y se nos dice al oído que no olvidemos nuestra condición de polvo. En medio de una sociedad que busca ocultar a toda costa la dimensión mortal del ser humano, qué bueno recordar el carácter ineludible de la muerte y la necesidad de pasar por ella para alcanzar la gloria. Qué bueno recordar que somos seres humanos frágiles, que muchas veces vivimos a ras del suelo atrapados en medio del egocentrismo y demás esclavitudes. Por eso, al recibir las cenizas, también se nos dirá al oído: “conviértete y cree en el evangelio”. 

Muchas veces la cuaresma es vivida como un tiempo para realizar prácticas penitenciales a las que ya nos hemos acostumbrado y que, aunque suponen un pequeño o gran esfuerzo de la voluntad, no necesariamente significan una verdadera reorientación del corazón. Muchos ya saben que estas semanas dejarán de fumar, intentarán renegar menos, darán un poco más de limosna, leerán un libro espiritual, etc. La conversión cristiana no consiste en hacer cosas “religiosas”, que al final, a veces, son realizadas bajo el deseo de ser reconocidos o de tranquilizar nuestras conciencias o de comprar el perdón de Dios. Para vivir una auténtica conversión, a la luz del evangelio de hoy, es necesario entrar en lo más profundo de nosotros mismos, en lo secreto de nuestra habitación, donde nos encontramos con nuestra verdad y con el amor incondicional del Padre, donde resuena la buena nueva del Evangelio de Jesús y donde descubrimos con nuestro pecado y la necesidad de cambiar y crecer. Sólo cuando nos atrevemos a superar la superficialidad, entramos en la profundidad de la conversión.

Como Jesús, nos sumergimos durante cuarenta días en el desierto cuaresmal para escuchar la Palabra del Padre, reconocer cuáles son nuestras tentaciones y tomar las decisiones necesarias que nos liberen de las ataduras del egoísmo y nos lleven a tener el corazón centrado en Dios y en el amor a nuestros hermanos. Sólo desde esta perspectiva tiene sentido la práctica de la oración, el ayuno y la limosna; entonces, se vuelven expresiones de una búsqueda más profunda y de un esfuerzo agradecido y amoroso por seguir el camino pascual de Jesús. ¡Que tengamos un buen tiempo de cuaresma.