Final De Los Tiempos

jueves, 20 de septiembre de 2012

Homilía Dominical 23 de Septiembre de 2012


Homilía Dominical
23 de Septiembre de 2012

Por: Hermann Rodríguez Osorio, S.J.




Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos


Los discípulos, que se demoraron más de lo conveniente en entender esta dinámica de la salvación que nos ofrece Dios en Jesús, discutían, sobre quién de ellos era el más importante, mientras el maestro les hablaba de su pasión; de manera que Jesús tiene que decirles:

Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos”.

Cosa que todavía hoy no hemos podido entender. Casi, como los discípulos, habría que decir de nosotros y de nuestra sociedad que “no entendían lo que les decía, y tenían miedo de preguntarle”.

Nuestros criterios están en contradicción con los criterios de Jesús y no nos inquieta ni poquito seguir funcionando en una sociedad, en una familia y en una Iglesia en la que ser el primero no es hacerse servidor y último. ¡Ni más faltaba! dirán algunos. Ni siquiera se nos ocurre que esto puede tener aplicaciones prácticas en nuestras relaciones cotidianas. Seguimos apegados a las estructuras de poder y de mando que vino a renovar el Señor con su palabra y, sobre todo, con su ejemplo de vida. Por eso, “puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo:

El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió”.

De una manera práctica, en nuestra vida ordinaria, en nuestras discusiones sobre quién es el más importante, debería guiarnos aquello que el P. Javier González, S.J., le recomendaba a Luis Fernando Múnera, S.J., cuando era un joven maestrillo:

Piensa en lo que pierdes cuando ganas algo; y piensa en lo que ganas cuando pierdes algo”.

Siguiendo las enseñanzas de Jesús, tenemos la certeza de que a veces es mejor perder como la Caña frente al Olivo, o como el junco frente a la piedra...

Esopo, el conocido fabulista griego, cuenta que “una Caña y un Olivo disputaban sobre sus respectivas fuerzas, y éste con socarronería le dijo a la otra: –«Hablas de resistir y de poder, cuando el más débil soplo de viento te bambolea y humilla. Aprende de mí, que ni aun muevo mis ramas cuando tu te doblegas.»– La mísera Caña calló a estas razones, y se armó de paciencia hasta que viniese el huracán más próximo. En efecto, llegado aquel, la Caña se dobló como antes, mientras el Olivo cayó tronchado en tierra. –«¿Qué es lo mejor ahora, replicó la ofendida levantándose, ceder o resistir?».

De una manera muy parecida, la Madre Laura Montoya, religiosa colombiana fundadora de las misioneras que conocemos como Lauritas y que fue beatificada hace algunos años, dice en su autobiografía que tituló Historia de las Misericordias de Dios en un alma: “Una pequeña diferencia hay entre el profeta de Nínive y esta pobre Laura y es que yo siempre he tenido el valor del junco. Observe Padre mío, que las rocas se oponen a la corriente y cualquier día viene una ola y las derrumba; mientras que el junco, ante la borrasca, se inclina y las olas pasan por encima sin hacerle daño, puesto que pasada la borrasca vuelve a erguirse hermoso y dócil”.


Capilla De Adoración, Parroquia Santa Mónica, Cali, Colombia.
Inaugurada El 19 De Septiembre De 2012.
Por Monseñor Juan Francisco Sarasti.