Final De Los Tiempos

sábado, 10 de noviembre de 2012

Homilía Dominical Noviembre 11 de 2012


Homilía Dominical
Noviembre 11 de 2012
Por: Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
Lecturas:
- I Libro de los Reyes 17, 10-16
- Carta a los Hebreos 9, 24-28
- Marcos 12, 38-44

Centraremos nuestra meditación dominical en el personaje que aparece en la segunda parte del relato evangélico que acabamos de escuchar, la viuda que da una limosna en el Templo de Jerusalén. La historia narrada por el evangelista es muy simple, pues nos cuenta la admiración expresada por Jesús ante la generosidad de una mujer pobre. Nada especial. Pero cuando realizamos una lectura más cuidadosa del texto, descubrimos unas vetas insospechadas que nos invitan a analizar, de manera diferente, las personas y los acontecimientos.

Jesús es un penetrante observador de lo que sucede a su alrededor. Al entrar en el Templo, identifica dos tipos de visitantes: Por una parte, están los personajes importantes, que llaman la atención por las vestimentas que llevan, el séquito que los acompaña y por los cuantiosos aportes que hacen a los sacerdotes; están allí para ser vistos; que la gente comente en voz baja su nombre y que hablen de la cantidad de dinero que entregaron. Y están los otros, la masa anónima de los que entran y salen, que pasan desapercibidos.

Jesús no presta atención a los importantes; para Él, los protagonistas sociales carecen de interés. Su mirada se dirige a la viuda que entrega unas pocas monedas. ¿Qué nos está diciendo esta mirada diferente de Jesús? Jesús nos enseña a leer los acontecimientos, no como lo hacen las periodistas, que persiguen a los ricos y famosos. Para Jesús, los protagonistas son otros: los pobres, los seres anónimos que silenciosamente cumplen sus deberes y pasan en puntillas por la vida, invisibles para la sociedad pero no para Dios.

Esta mirada diferente de Jesús nos motiva a ir más allá de las apariencias para descubrir en ese ser humano común y corriente la riqueza de su mundo interior, valorar sus luchas, aprender de su sabiduría. En este momento recordemos a esas personas que están presentes en nuestra vida diaria proporcionándonos bienestar, y a quienes prestamos poca atención: el vigilante del parqueadero, la señora que nos lleva el café a la oficina, el mensajero; muchas veces desconocemos su apellido e ignoramos casi todo sobre su vida personal…

En este sencillo relato de la viuda del Templo, aprendemos a valorar, no desde los reflectores de la fama, sino desde la profundidad de los valores humanos.

Los invito a que continuemos esta lectura reposada del texto del evangelista Marcos. También descubrimos que Jesús no se deja deslumbrar por la magnitud del aporte; no cae bajo el hechizo de la cantidad; lo que impresiona a Jesús es el significado de la limosna de esta mujer, pues no dio lo que le sobraba sino todo lo que tenía para vivir.

No sucumbamos ante el brillo del lujo ni ante el precio de los productos de marca; Jesús nos invita a descubrir el valor de lo simple, de lo pequeño, de lo cotidiano; lo que aparentemente se ve como insignificante – dos monedas de baja denominación -, puede expresar realidades muy profundas. Para nuestra sociedad de consumo, que presenta como modelos de identificación a las divas y divos de la farándula con sus cuerpos perfectos y sus extravagancias, esta valoración de lo pequeño y simple es una sabia llamada de atención.

Finalmente, esta lectura meditada del sencillo relato de la viuda del Templo, nos ayuda a revisar el concepto que tenemos sobre la generosidad, que no consiste en dar mucho sino en darse; no se trata de firmar un cheque con muchos ceros – que ojalá lo hicieran con frecuencia aquellos que tienen recursos -; es mucho más importante dar una parte de lo que somos. ¿Cómo podemos dar una parte de lo que somos? compartiendo nuestro tiempo y lo que sabemos, lo cual puede hacerse de muchas maneras: colaborando en las organizaciones parroquiales o en las numerosas fundaciones que existen en la ciudad, o apoyando algún proyecto específico de impacto social o visitando a personas necesitadas de compañía. Son infinitas las posibilidades de expresar la generosidad.

Una lectura cuidadosa de este sencillo texto evangélico nos descubre profundas enseñanzas: En primer lugar, descubrimos que para Dios los protagonistas de la historia no son los personajes que detentan el poder político y económico, sino las personas sencillas, que pasan desapercibidas. En segundo lugar, Jesús nos invita a valor las cosas sencillas que, hechas con amor, adquieren una honda significación. En tercer lugar, la generosidad debe ponderarse en función de la entrega personal; no se trata simplemente de dar, sino principalmente de darnos.