Final De Los Tiempos

sábado, 6 de agosto de 2011

Reflexión Domingo 7 De Agosto 2011



DOMINGO 6 De Agosto De 2011



La Fe que libera



AMBIENTACIÓN



Después de la multiplicación de los panes, que leíamos el domingo pasado, Mateo nos cuenta el episodio de una tempestad calmada por Jesús, cuando las olas y el viento del lago sacudían y hacían casi zozobrar la barca de los discípulos.



Una barca zarandeada por las olas y el viento son un buen símbolo de tantas situaciones personales y comunitarias que se van repitiendo en la historia y en nuestra propia vida. Como la del profeta Elías en el AT. Como la de tantos cristianos que experimentan dificultades y miedos tan grandes como los de los apóstoles.







1. PREPARACION: INVOCACION AL ESPIRITU SANTO



Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestra mente,
nuestro corazón y nuestra voluntad,
para que podamos comprender, aceptar y vivir
la Palabra de Dios.



Llena con tu santo poder
a todos los que nos acercamos a escuchar la Palabra
para que, guiados por ella,
nos encontremos con Jesucristo vivo
para gloria del Padre.



Que nos dejemos empapar por la Palabra de Dios
para hacer más fecunda mi vida
en relación con los demás
y que nuestra vida produzca frutos de amor y de justicia!

Amén.







Mt. 14, 22-33:



«Mándame ir hacia Ti,  andando sobre el agua»



PROCLAMACION DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO

SEGÚN SAN MATEO

22 Enseguida mandó a los discípulos embarcarse y pasar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.



Camina sobre el agua

(Mc 6,46-52; cfr. Jn 6,16-21)



23 Después de despedirla, subió él solo a la montaña a orar. Al anochecer, todavía estaba allí, solo. 24 La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario. 25 Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. 26 Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron:



– ¡Es un fantasma!



Y gritaban de miedo. 27 Pero [Jesús] les dijo:



– ¡Ánimo! Soy yo, no teman.



28 Pedro le contestó:

– Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti.

29 –Ven, le dijo Jesús.

Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús; 30 pero, al sentir el [fuerte] viento, tuvo miedo, entonces empezó a hundirse y gritó:

–¡Señor, sálvame!

31 Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:

–¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

32 Cuando subieron a la barca, el viento amainó. 33 Los de la barca se postraron ante él diciendo:

–Ciertamente eres Hijo de Dios.

Palabra del Señor.

R/. Gloria a Tí, Señor Jesús.





RE-LEAMOS EL TEXTO PARA INTERIORIZARLO



Después de multiplicar los panes y dar de comer a la gente, al llegar la noche, Jesús se retira solo al monte, a orar. Los discípulos, mientras tanto, adentrándose en el lago, están pasando momentos de apuro por el viento recio y contrario que zarandea su barca, y eso que eran pescadores de profesión. Momentos que se convierten en pánico y gritos cuando, en la oscuridad, antes del amanecer, ven venir hacia ellos a Jesús caminando sobre las aguas, tomándole por un fantasma, hasta que oyen su voz tranquilizadora.



Mateo es el único que añade el episodio de Pedro, que pide a Jesús que le deje caminar también a él sobre el lago, pero luego pierde la confianza, tiene miedo a hundirse y es salvado por la mano de Jesús.



Ante las inquietudes, el Evangelio invita a tener confianza en el Señor Jesús, quien, aun al realizar prodigios extraordinarios, rehúye el tratamiento de "fastasma". Lo sobrenatural no es lo mismo que lo fantástico. El relato narra con sencillez lo que no deja de ser extraordinario.



Algunos puntos importantes de este Evangelio:



1. Jesús va a la montaña a rezar solo. Este hecho está citado muchas veces en los Evangelios; la oración de Jesús impresionó a sus discípulos. Jesús quiso orar y lo necesitaba. Por la oración expresó su amor e intimidad con el Padre; por su oración contribuyó a nuestra redención. Y nosotros estamos llamados a participar en la oración de Jesús.



2. Los discípulos en el lago estaban atemorizados al acercarse Jesús. Lo tomaron por un fantasma. Y Jesús los reprendió por su fe débil, y por su miedo. Ver fantasmas donde no los hay, tener miedo de Dios o cosas parecidas, son formas de ansiedad religiosa y a menudo de superstición. De acuerdo con este episodio del Evangelio, estas actitudes tienen que ver con una fe pobre.



3.  La conclusión es una profesión sincera de fe: "eres el Hijo de Dios". Jesús se había presentado con un atributo divino: "yo soy", y Pedro se había dirigido a él llamándole "Kyrios, Señor".



Podemos entonces decir -apoyados igualmente en la experiencia común- que una fe débil lleva fácilmente al miedo y a la superstición, mientras que una fe fuerte expulsa el miedo y la superstición.



Y la gente «fuerte» que afirma no necesitar la fe, tiene a menudo supersticiones escondidas y creencias extrañas. Lo que muestra la experiencia, lo confirman las palabras de Jesús en el Evangelio.







3. MEDITACION: ¿QUE NOS DICE el texto?



Lecciones para los discípulos







¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?



Pedro recibe una lección en el episodio que hemos leído hoy. El tiene muchas intervenciones en el evangelio. Algunas brillantes, como en su confesión del mesianismo de Jesús. Otras, no tanto, como la de hoy. Pedro sintió, al igual que los demás que estaban en la barca, verdadero pánico, hasta llegar a gritar del susto, ante el agitarse del lago y la presencia del que les pareció un "fantasma". Hay días en que el pescador más curtido le tiene respeto a las olas.



Ahí entró en acción Pedro, un poco presuntuoso, y siempre protagonista, y se arriesgó, fiado en el Maestro: "Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas". Decidido, valiente en principio, salta de la barca y se pone a caminar sobre las aguas. Hasta que la duda le hace perder la seguridad y comienza a hundirse. ¿Esperaba que todo fuera sencillo? ¿Que también él podría hacer esos milagros que veía hacer a su Maestro? Pedro es espontáneo, primario, a veces presuntuoso. Sería interesante ver la sonrisa de sus compañeros, ante la situación nada brillante en que se había metido Pedro.









Confianza y esperanza



- Vivimos, hoy, motivos de inquietud por todas partes, inseguridades: políticas, económicas... Inquietos, a veces, por no estar inquietos.



- Escuchamos alarmas interiores que no nos dejan vivir en paz. Perturbaciones en las mismas comunidades cristianas. La vida en convivencia humana supone el riesgo de la propia libertad y el ejercicio de la libertad de los demás.



Nos duele, ciertamente, la pérdida actual de fe, no ya en el pueblo judío, sino entre los cristianos, en "nuestro pueblo", a veces en nuestra propia familia. Pero no por eso dejamos de amar a nuestros contemporáneos y de trabajar por ellos. ¿Somos capaces de sacrificarnos por ellos, de rezar por ellos?



¡Qué poca fe! ¿Por qué tienen miedo? Ya nos avisó que "sin mí no podéis hacer nada". Con él amainó el viento. Debemos confiar más en el Señor. Él está dispuesto siempre a darnos paz y serenidad. No tendríamos que asustamos demasiado ante las tempestades y los fracasos. Ni entusiasmarnos en exceso por los éxitos.



Vale la pena que recordemos la otra consigna de Jesús: "duc in altum", "rema mar adentro". Con el apoyo de la oración y de la presencia del Resucitado y de su Espíritu, nuestra barca comunitaria y personal puede vencer todas las dificultades y tempestades







4. ORACION: ¿QUE LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS?



Concédenos, Padre de bondad,
que tu Iglesia, expuesta en medio del oleaje
de este mundo y de los conflictos
por los que atraviesa,
vuelva sus ojos a tu Hijo
que la salva de toda tempestad.

Que los hombres y mujeres del mundo,
descubriendo en los cristianos
la experiencia de tu amor y bondad,
lleguen a superar miedos y temores.

Que tengamos presentes
en nuestra oración (personal y comunitaria)
a quienes se han alejado de la fe y de la vida cristiana
y les ayudemos con nuestro ejemplo de confianza en Tí.

Que nosotros, en nuestras dificultades y dudas,
encontremos la mano amiga de tu Hijo,
como la encontró el apóstol Pedro
cuando se hundía en el mar.

Amén.





5. CONTEMPLACION – ACCION:



¿QUE NOS PIDE HACER la PALABRA?





Las tempestades de la Iglesia y de cada cristiano



Es fácil ver en el episodio de hoy una imagen de las numerosas tempestades que ha tenido que sufrir la comunidad de Jesús a lo largo de los siglos, con vientos realmente contrarios. También las que sufre cada uno de nosotros, en algún momento de nuestra vida, hasta el punto de que nuestra barca personal también amenaza a veces con irse a pique por las circunstancias contrarias internas o externas.



A la Iglesia se la ha comparado desde siempre con una embarcación, "la barca de Pedro". Todos sabemos que ha tenido tempestades fuertes a lo largo de los siglos y sigue teniéndolas ahora: a veces combatida desde fuera, con vientos fuertes y olas encrespadas, y otras desde dentro, con "mar de fondo". También tenemos la experiencia de que a veces nos vienen a los labios oraciones como la de Pedro: "sálvanos, Señor, que perecemos".



Ciertamente nuestra travesía por la historia no ha sido ni está siendo ahora un crucero de placer. Más bien sabemos de vientos y de nieblas y de oscuridad de noche y hasta de fantasmas. Cristo nunca nos prometió que no habría tormentas en nuestra vida. Al revés, nos avisó de persecuciones y peligros de dentro y de fuera. Eso sí: nos prometió que estaría con nosotros hasta el final del mundo. Cristo venía del monte, de pasar la noche en oración. Como pasó orando la otra noche, dramática, del huerto de Getsemaní, en la que tampoco los apóstoles oraban, porque estaban cargados de sueño.



Tanto en las tempestades eclesiales como en las personales, hay una gran diferencia: si Cristo no está en nuestra barca, todo parece que va a zozobrar. Si le admitimos a bordo, se amaina el viento y encontramos fuerza para remar y salvar las peores situaciones: "soy yo, no tengáis miedo". A veces se nos echa el mundo encima. O creemos que la Iglesia se hunde. O que Jesús está ausente, o dormido. Si oráramos más, como Jesús en la noche, tendríamos más seguridad y más eficacia en nuestra misión. Oiríamos su voz: "no tengáis miedo, soy yo".



"Hombre de poca fe"... Es interesante comparar su "oración" de hoy de Pedro: "¡Señor, sálvame!", con la que le vino espontánea en el monte Tabor, cuando la transfiguración de Jesús: "qué bien se está aquí, Señor, hagamos tres tiendas...".



La escena concluye con una profesión de fe: "realmente eres Hijo de Dios". Sin la ayuda de Jesús, ni siquiera los apóstoles, incluido Pedro, pueden hacer nada. Jesús tiene que alargar su mano para dar firmeza a Pedro y a los demás.



Pedro aparece aquí como el representante de tantos cristianos que creen en Cristo, que le siguen, que intentan serle fieles, pero que a veces dudan y tienen crisis de fe y sienten miedo e inquietud ante el futuro y caminan en la oscuridad de la noche, con viento en contra.







Relación con la Eucaristía



La fuente de nuestra esperanza es el Señor Resucitado, que, en la Eucaristía, nos mantiene con su presencia hasta que El vuelva.



Pidamos no tener miedo y el aumento de nuestra fe y de nuestra esperanza, como una gracia del Señor y la fuerza para soportar cualquier desengaño, confiados en El.





Algunas preguntas para meditar durante la semana



1. ¿De qué maneras confundo a Dios con algo miedoso?

 2. ¿De qué maneras mi fe me ayuda a eliminar los temores y las creencias irracionales?

 3. ¿Amamos a la humanidad? ¿Amamos a esta generación en la que nos ha tocado vivir? ¿Sabemos reconocer los valores que tiene el mundo de hoy, la juventud de hoy, los hombres de hoy, aunque también veamos sus deficiencias?

 4. ¿Cómo expresamos nuestra confianza en Dios cuando nos asalta el peligro o nos amenazan las dificultades?



 P. Carlos Pabón Cárdenas, Eudista