Final De Los Tiempos

viernes, 8 de junio de 2012

Homilía Dominical, 10 de Junio De 2012


Corpus Cristi
Homilía Domingo
10 junio 2012
Por José Martínez de Toda, S.J.

“Tomen: esto es mi cuerpo, y ésta es mi sangre”
(Mc 14.12-16.22-26)

Especialmente para Radio

Moderador: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy nos habla de algo inaudito: un hombre-Dios, Jesús, hace que podamos tenerlo entre nosotros, a pesar de los siglos que han pasado desde su Muerte; más aún, que podremos comer su carne y beber su sangre. Él anunció con valiente esperanza el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de paz y justicia, que se preocupa especialmente de los pobres; y, amándonos hasta el extremo, fue fiel en esa misión hasta la muerte. Escuchémoslo.

Lectura del santo evangelio según San Marcos
(Marcos 14. 12-16. 22-26)

NARRADOR – El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
DISCÍPULOS – "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?"
NARRADOR – Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
JESÚS – "Vayan a la ciudad, encontrarán un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y, en la casa en que entre, díganle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Él les enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparen allí la cena".
NARRADOR – Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
JESÚS"Tomen, esto es mi cuerpo".
NARRADOR – Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo:
JESÚS"Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.
NARRADOR – Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
_________

Pregunta 1 – Hoy el Evangelio toca un punto central en la Iglesia Católica: la Eucaristía. ¿Cuándo ocurrió lo que cuenta el evangelio de hoy?
En la última Pascua judía, que celebró Jesús con sus discípulos. Y dentro de aquella Pascua, en la Última Cena.
Acercándose a Jerusalén envió a dos discípulos por delante para conseguir la casa de algún amigo y preparar la cena.

Pregunta 2 – ¿Qué tipo de fiesta era la Pascua judía?
La Pascua como tal fue, en sus orígenes, una fiesta de pastores, en la que se comía cordero; y se unió a la Fiesta de los Ázimos, una fiesta de agricultores, en la que se comía el pan de la nueva cosecha.
La noche de la liberación de los israelitas en Egipto fue en Pascua: debían comer cordero, con cuya sangre pintarían las puertas de sus casas, para que el Ángel que exterminó a los primogénitos de los egipcios no entrara en ellas.
Como era también la Fiesta de los Ázimos aquella noche los israelitas debían también comer pan ázimo, sin levadura, pues no tenían tiempo para que la levadura fermentara, ya que en la mañanita debían salir de Egipto, liberados por fin de aquella terrible esclavitud, camino de la Tierra Prometida.
<Esto fue lo que Israel conmemoró durante siglos hasta los tiempos de Jesús. La Pascua era la fiesta de la independencia nacional. Una celebración patriótica y religiosa.
El centro de la fiesta de Pascua era la cena. Y el plato principal era el cordero comido con pan ázimo. >
Lo primero que tuvieron que hacer los discípulos, después de tener la casa, fue conseguir el cordero y el pan.

Pregunta 3 – ¿Cómo conseguían los discípulos de Jesús el Cordero?
El cordero se compraba generalmente en los atrios del Templo de Jerusalén, y se sacrificaba allí mismo. Los sacerdotes, descalzos, con las vestiduras propias del culto, degollaban ante el altar, uno tras otro, los corderos que los israelitas varones llevaban hasta el atrio. Después de que la sangre hubiera corrido sobre el altar, como sacrificio agradable a Dios, devolvían las víctimas a sus dueños, que las llevaban a su casa o a hornos colectivos que había en las calles para asarlos.
El cordero era aderezado con hierbas amargas: achicoria, berros y cardos. La amargura era un recuerdo simbólico del dolor y lágrimas del pueblo cuando fue esclavo en Egipto. 

Pregunta 4 – ¿Qué significa ‘Pascua’?
Pascua, en hebreo «pésaj», significa «paso». Aludía a que Yavé (con su Ángel Exterminador) pasó por Egipto en la noche de la liberación del pueblo. Pasó de largo por las casas de los hebreos señaladas con sangre, y castigó a los egipcios entrando y matando a sus primogénitos. Y el pueblo liberado pudo así pasar por las aguas del Mar Rojo hacia una nueva tierra.

Pregunta 5 – ¿Cómo se transmitía esta tradición y estas costumbres?
Al principio de la cena el más joven preguntaba al mayor el significado simbólico de las oraciones, del cordero, de los panes. Y éste lo explicaba.
Las palabras de Jesús en la cena, dando al pan y al vino el sentido de ser su cuerpo y su sangre, hay que encuadrarlas en esta costumbre de siglos.
Quien presidía la mesa, generalmente el padre de familia bendecía, partía el pan y daba un trozo a cada comensal. Lo mismo hacía con el vino. Se usaba una copa común, que pasaba de mano en mano durante la comida y de la que todos bebían.
Eso hizo Jesús aquella noche de la Eucaristía.
Y Jesús explicaba también que en aquella Pascua el Cordero inmolado sería Él mismo.

Pregunta 6 – ¿Cómo explicar ahora que Jesús es el cordero sin mancha (cf. 1Pe 1,19ss), inmolado por nosotros (cf. 1Co 5,7)?
Te contaré la historia de “El castigo paterno”
<Érase un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía de la escuela. Los consejos y reprimendas no surtían ningún efecto. Finalmente, un día, su padre le llamó al orden y le dijo:
- "La próxima vez que llegues tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?"
El hijo lo entendió perfectamente. Pero pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego el padre cambió su plato por el del hijo, y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho al recordar aquel episodio de su vida comentaba:
-      "De mi padre aprendí aquella noche cómo es Dios ".>
(Félix Jiménez, escolapio).

Jesús, como el padre de la historia, cada día nos quita el plato vacío y nos pone delante un plato rebosante de Él mismo, de amor y perdón, y nos dice: "Tomen y coman, esto es mi cuerpo."
Dios no es un padre severo, que castiga. Él se ofrece a sí mismo para que tengamos vida. Este cáliz (v. 25) significa la muerte de su Hijo (cf. Marcos 10, 38ss; 14,36). Pero el vino es también bebida de alegría, bebida de las bodas. Dios preparará un banquete de vinos generosos, refinados (cf. Isaías 25,6), cuando su casa esté llena de todos sus hijos.
Así debemos hacer también nosotros con los demás. Somos el plato lleno con el amor y el perdón de Dios, que Jesucristo quiere poner en frente de tantos hermanos nuestros que nunca verán otro plato.

Pregunta 7 – ¿Y qué nos pide Jesús a cambio?
Muchos cristianos corren el riesgo de encerrarse en sus devociones: su rosario, sus novenas, sus cofradías, su grupo…y no enterarse de que hay un alimento gratis y más importante que todas las devociones: el Cuerpo de Cristo.
"Si no comen mi carne y no beben mi sangre, no tienen vida eterna".
Otros se la pasan recluidos en sus casas y en sus negocios, y nunca vienen a este magnífico comedor y no se enteran de que Jesús nos dejó un alimento gratis para vivir unidos a Él y a los hermanos.

Despedida
Les invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Es lo más inaudito que uno se puede imaginar: Dios no sólo se deja matar por nosotros, sino que se nos da en comida. Sabemos que para recorrer un camino importante y largo, no sólo hace falta ánimo, sino también comida para aguantar el esfuerzo y tener fuerza hasta el fin. Esa comida es Jesús con sabor a pan. Están todos invitados a ese banquete novedoso y celestial.

FIN

lunes, 4 de junio de 2012

TENDED A IDEALES ALTOS, SED SANTOS: Benedicto XVI


A LOS JÓVENES: TENDED A IDEALES ALTOS, SED SANTOS

Ciudad del Vaticano, 2 junio 2012 (VIS).-

Finalizada la celebración de la Hora Tercia en el Duomo, Benedicto XVI se ha trasladado en automóvil al estadio Guiseppe Meazza (San Siro) para mantener, a las 11.45, un encuentro con los jóvenes que han recibido recientemente o van a recibir el sacramento de la Confirmación, y que han estado acompañados por sus familiares y catequistas; en total, unas 80.000 personas. Ofrecemos a continuación fragmentos del discurso del Santo Padre:

“Ayudados por el itinerario (de formación), habéis aprendido a reconocer las cosas estupendas que el Espíritu Santo ha hecho y hace en vuestra vida y en la de todos los que dicen 'sí' al Evangelio de Jesucristo. Habéis descubierto el gran valor del Bautismo, el primero de los sacramentos, la puerta de entrada de la vida cristiana. Lo habéis recibido gracias a vuestros padres (…) que se han comprometido a educaros en la fe”. (…)

“Ahora habéis crecido y podéis decir vosotros mismos vuestro 'sí' a Dios, un 'sí' libre y consciente. El sacramento de la Confirmación confirma el Bautismo y infunde sobre vosotros con abundancia el Espíritu Santo. (…) Tenéis ahora la posibilidad de acoger sus grandes dones que os ayudan, en el camino de la vida, a convertiros en testigos fieles y valerosos de Jesús. Los dones del Espíritu son realidades estupendas que os permiten formaros como cristianos, vivir el Evangelio y ser miembros activos de la comunidad”.

“Toda la vida cristiana es un camino, es como recorrer en compañía de Jesús un sendero, no siempre fácil, que sube a un monte (...); con los dones preciosos (del Espíritu Santo) vuestra amistad con Él será aún más estrecha y verdadera. Ella se alimenta continuamente con el sacramento de la Eucaristía. (…) Por eso, os invito a participar siempre con alegría y fidelidad en la Misa dominical. (...) Acercaos también a (…) la Confesión: es un encuentro con Jesús que perdona vuestros pecados y os ayuda a hacer el bien. (…) Aprended a dialogar con el Señor, confiaos a Él, contadle las alegrías y las preocupaciones, y pedidle luz y apoyo para vuestro camino”.

“En familia, obedeced a los padres, escuchad las indicaciones que os dan, para crecer, como Jesús, 'en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres'.

Finalmente, no seáis perezosos, sino chicos y jóvenes comprometidos, en particular en el estudio: es vuestro deber cotidiano y una gran oportunidad que tenéis para crecer y preparar el futuro. Sed disponibles y generosos con los demás, venciendo la tentación de poneros a vosotros mismos en el centro, porque el egoísmo es enemigo de la verdadera alegría”.

“Si gustáis ahora la belleza de formar parte de la comunidad de Jesús, podréis dar vosotros también vuestra contribución para hacerla crecer. (…) Cada día, también hoy, el Señor os llama a cosas grandes. Estad abiertos a lo que os sugiere, y si os llama a seguirlo por el camino del sacerdocio o de la vida consagrada, no le digáis 'no'. (...) Jesús os llenará el corazón para toda la vida”.

“Os digo con fuerza: ¡Tended a ideales altos, (...) sed santos! ¿Es posible ser santos a vuestra edad? Ciertamente. (…) Lo demuestra el testimonio de tantos santos coetáneos vuestros, como Domingo Savio o María Goretti. La santidad es la vía normal del cristiano: no está reservada a pocos elegidos, sino abierta a todos. Naturalmente, con la luz y la fuerza del Espíritu Santo.(...) Y con la guía de nuestra Madre, (…) la Madre de Jesús, María. (…) Que la Virgen María custodie siempre la belleza de vuestro 'sí' a Jesús, su Hijo, el grande y fiel amigo de nuestra vida”.