Final De Los Tiempos

lunes, 25 de febrero de 2013

Lectio Divina Marzo 3 De 2013 Domingo


Domingo 3 Tiempo de Cuaresma Ciclo C
Marzo 03 de 2013
Lucas 13, 1-9


“Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.”
Salmo 102



PREPARACIÓN ESPIRITUAL

“Espíritu Santo,
tú eres el aliento del Padre y del Hijo
en la eternidad dichosa;
tú nos has sido enviado por Jesús
para hacernos comprender lo que él nos ha dicho y guiarnos hacia la verdad completa;
tú eres para nosotros aliento de vida, aliento creador, aliento santificador;
tú eres quien renueva todas las cosas.

Humildemente te pedimos
que nos animes y habites en nosotros: en cada uno de nosotros, en cada uno de nuestros hogares, como un lugar de amor,
un camino de felicidad
y un medio de santidad.

AMÉN.”
Equipos de Nuestra Señora



TEXTO BÍBLICO: Lucas 13, 1-9

1Por aquel mismo tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mezclado la sangre de unos hombres de Galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio.

2Jesús les dijo:

- « ¿Piensan ustedes que esto les pasó a esos hombres de Galilea por ser ellos más pecadores que los otros de su país? 3 Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán. 4¿O creen que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima eran más culpables que los otros que vivían en Jerusalén? 5Les digo que no; y si ustedes mismos no se vuelven a Dios, también morirán.»

6 Jesús les contó esta parábola:

- «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno. 7 Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: “Mira, por tres años seguidos he venido a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala, pues; ¿para qué ha de ocupar terreno inútilmente?” 8 Pero el que cuidaba el terreno le contestó: “Señor, déjala todavía este año; voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. 9 Con eso tal vez dará fruto; y si no, ya la cortarás.”»




PASOS DE LA LECTIO DIVINA:

Primer paso: LECTURA 
¿Qué dice el texto?

Algunas preguntas para ayudarte en la lectura atenta:

¿Cómo respondía la gente a la enseñanza de Jesús? 
¿En qué lugares Jesús enseñaba en este evangelio?

Algunas consideraciones para una lectura provechosa...

Después de haber recorrido la etapa inicial de la cuaresma, en la cual pusimos nuestra atención en el misterio de pasión y gloria (evangelio de las “tentaciones en el desierto” y la “transfiguración en la montaña”), paradoja que despejó la ruta del caminar cuaresmal, a partir de hoy comenzamos una serie de tres domingos que nos traen de nuevo a la escuela en la que se aprende a ser discípulo: la escuela del perdón. El Señor nos invita a renovar nuestra vida volviendo a las aguas bautismales donde se muere al pecado y brota el hombre nuevo en Cristo Jesús.

El evangelio lo podemos dividir en dos partes: (a) Los hechos nos exhortan (13,1-5) (b) El tiempo de la misericordia (13,6-9).

(a) Los hechos nos exhortan (13,1-5)
Jesús ahora ejercita el análisis de acontecimientos que ponen a su consideración: “En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron...” (13,1a). Aparecen dos casos tremendos: (1) el incidente de la represión político-militar por parte de Pilatos en el Templo (vv.1-3) y la calamidad de un grupo de obreros en la construcción de la torre de Siloé (13,4-5).

Lo importante es que Jesús no se queda en los acontecimientos en sí, sino que descubre dentro de ellos la voz de Dios que le advierte a cada uno sobre la inseguridad de su propio destino. Si los galileos asesinados y los jerosolimitanos accidentados no eran menos pecadores que el resto de los de su tierra y generación, entonces no hay nadie que no necesite  o esté exento de la conversión, todos la necesitamos.

Dos precisiones que Jesús hace a la mentalidad de la gente: (1) Las calamidades individuales no indican responsabilidades individuales sino que son “signos”, o sea, avisos de juicio divino que amenaza a una humanidad pecadora; (2) Las desgracias en principio no están asociadas a un castigo por parte de Dios por un pecado (como vemos en Job 4,7; 8,20; 22,4-5; Juan 9,1-2); en realidad se trata más bien de lo contrario: es el pecado en general el responsable del mal que hay en el mundo.

(b) El tiempo de la misericordia (13,6-9).
La parábola de la higuera (13,6-9) nos dice en pocas palabras: “Si Ustedes no se arrepienten, serán derribados y perecerán, como la higuera estéril”. De hecho, dentro de un sembrado, todo árbol que no sirve, que simplemente ocupa espacio, es abatido.

Jesús interpela a todo aquel que está siempre dejando “para mañana” la conversión, el dejar definitivamente un mal hábito, el corregir una conducta dañina. El retraso de la conversión nos coloca en una situación peligrosa. El Señor da un tiempo de espera, y no lo hace de brazos cruzados, Él hace todo lo que puede para que por fin la higuera comience a fructificar. Pero al final, “si no da fruto, se corta” (13,9).


Segundo paso: Meditación
¿Qué me dice el Señor a mí en el texto?

La conversión no es simplemente para “no perecer” sino ante todo para que, por la obra de Jesús -el viñador que nos invita a tomar en serio el tiempo de sus cuidados- la fuerza escondida del Reino relance nuestra vida hacia su plenitud, desarrollando todas nuestras potencialidades en la dirección para la cual fuimos creados.

Meditemos el texto de la mano de los padres de la Iglesia, en este caso lo haremos de la mano de San Gregorio Magno:

“Cada uno, a su manera, si no hace obras buenas, al tiempo que ocupa espacio en la vida presente, es un árbol que ocupa inútilmente el terreno, porque en el puesto donde él está, impide que pueda trabajar otro. Pero hay algo peor: es que los poderosos de este mundo, si no producen ningún bien, no lo dejan hacer tampoco a aquellos que dependen de ellos, porque su ejemplo ejerce influencia como una sombra que estimula perversidad. Encima hay un árbol infructuoso y debajo la tierra permanece estéril. Los rayos del sol no alcanzan la tierra porque cuando los dependientes de un patrón perverso ven sus malos ejemplos, también ellos, permaneciendo privados de la luz de la verdad, permanecen infructuosos; sofocados por la sombra no reciben el calor del sol y permanecen fríos, sin el calor de Dios”.

¿Qué obras buenas hago por otros?
¿Creo que las cosas malas que me suceden son castigo de Dios?
¿Cuál es la principal motivación que el evangelio de hoy me da para que dé un paso de conversión?
¿Cómo he experimentado la misericordia de Dios en mi propia vida?


Tercero: ORACIÓN
¿Qué le respondo al Señor
que me habla en el texto?

El evangelio que meditamos nos invita a reconocer que Jesús es el Mesías que esperamos y a quien queremos conocer, tomemos entonces esta bella oración de San Agustín para comenzar nuestra oración y continuémosla luego hablando con nuestro Gran Amigo

“¿Qué tengo yo que buscas mi amistad? ¿Cuál es tu interés, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Oh, cuán duro fui por dentro, pues no te abrí! ¡Qué extraño desatino si de mí ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía: “Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuánto amor llamar porfía!” Y ¡cuántas, hermosura soberana: Mañana le abriremos‟, respondía, para lo mismo responder mañana!”

Amén
De la Liturgia de las Horas




Cuarto: CONTEMPLACIÓN
¿Cómo hago propias en mi vida 
las enseñanzas del texto?

Dios me da este tiempo de cuaresma como un momento privilegiado en la Iglesia para acercarnos a él reconociéndonos pecadores, pero con la firmeza de querer ser cada día más parecidos a Él, para estar más cerca de su corazón y digamos:

“Quiero Señor dar frutos, tomado de tu mano”



Quinto: ACCIÓN
¿A qué me comprometo 
para demostrar el cambio?

El pasaje de hoy nos invita a no aplazar la conversión. La principal motivación es vivir una vida fructífera, es decir, realizar plenamente el objetivo de nuestra existencia desarrollando todas nuestras potencialidades. La invitación del Señor ha resonado, no podemos echarla en saco roto, por lo que debemos preguntarnos:

¿A qué acciones concretas me lleva este evangelio?
¿Qué puedes hacer para dar fruto?
¿Cuándo voy a dar el paso que me hará una persona libre?
¿Hay algún pecado del cual vengo aplazando continuamente la conversión?

“¿Qué es en realidad convertirse?
Convertirse quiere decir buscar a Dios,
caminar con Dios,
seguir dócilmente las enseñanzas de su Hijo,
de Jesucristo;
convertirse no es un esfuerzo para autorrealizarse
porque el ser humano
no es el arquitecto de su propio destino eterno.”.

SS. Papa Benedicto XVI

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¡ DIOS LE BENDIGA !