Por José Martínez de Toda, S.J.
“Quisiéramos ver a Jesús”
(Juan 12, 20-33)
Moderador: Buenos días. El Evangelio del domingo de hoy habla de unos griegos, de unos extranjeros, que se hallaban en Jerusalén, y querían ver a Jesús. El mensaje que les dio resume por qué el camino de la cruz, que Él eligió, ha sido el que más éxito le ha dado para darse a conocer y hacerse amar. Escuchémoslo.
Lectura del santo evangelio según San Juan (Jn 12, 20-33)
NARRADOR – En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
GRIEGO – "Señor, quisiéramos ver a Jesús".
NARRADOR –Felipe fue a decírselo a Andrés, y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó:
JESÚS – "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. Les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí estará también mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, glorifica tu nombre".
NARRADOR – Entonces vino una voz del cielo:
DIOS – "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo".
NARRADOR – La gente que había estado allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo:
JESÚS – "Esta voz no ha venido por mi, sino por ustedes. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia Mí".
NARRADOR – Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Pregunta 1 – Aquí aparecen unos griegos, que quieren ver a Jesús. ¿Qué buscan?
Jesús era la figura del momento. La noticia de la resurrección de Lázaro había hecho que muchos no sólo buscaran a Jesús en Jerusalén (Juan 12,17-19), sino que "peregrinaran" también a Betania para ver a Jesús y a Lázaro. Pero, por eso, los sumos sacerdotes acabaron de decidirse a matar a Jesús (Juan 11,53), y también a Lázaro.
Y corrió la noticia de que Jesús subía a Jerusalén a la fiesta de Pascua (cf. Juan 11,55-56; 12, 12-13). Parece que Jesús nunca había estado en Jerusalén durante su vida pública.
Y entonces un grupo de «griegos», probablemente paganos, se acercan a Felipe, uno de los discípulos de Jesús, con una petición admirable:
-«Queremos ver a Jesús».
Pregunta 2 – ¿Por qué los griegos acuden precisamente a Felipe?
Seguramente Felipe les atrae por su nombre griego. Él es de Betsaida, cerca de la Decápolis (nombre griego también). Felipe habla de ellos a Andrés, nombre griego también (del griego, andros, que significa hombre). Y Felipe y Andrés hablan a Jesús de los griegos. Cuando se lo comunican, Jesús responde con un discurso vibrante en el que resume el sentido profundo de su vida:
"Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre”.
Quizá Jesús ve en el hecho de que "todo el mundo vaya detrás de él" (12,19) un signo del cumplimiento de su hora, la hora de su muerte, resurrección y glorificación.
«Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Jesús dice que ahora “ha llegado la hora”.
Porque Él antes repetía que su ‘hora’ no había llegado aún: lo dijo en las bodas de Caná (Juan 2:4) y en el templo de Jerusalén, cuando lo quieren prender (Juan 7:30, Juan 8:20).
A continuación Jesús presenta tres paradojas. Paradoja es una declaración que se contradice a sí misma.
Pregunta 3 – ¿Cuál es la primera paradoja?
Jesús dice: “Verdaderamente les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, él queda solo; mas si muere, lleva mucho fruto” (v. 25).
Así es, la semilla ha de morir para volver a rendir fruto. La misión de Jesús se hace fecunda al morir por nosotros. Y nosotros debemos también morir a nosotros mismos, si queremos dar frutos para la construcción del Reino de Dios.
Pregunta 4 – ¿Cuál es la segunda paradoja?
Jesús dice: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna” (v. 25).
Amar la vida aquí significa aferrarse a la propia vida, apegarse a ella y considerarla como lo más importante, como el valor absoluto. Sin embargo, hay valores superiores a la propia vida, como la libertad, la verdad o el amor. Aferrarse a la vida traicionando estos valores, nos "pierde", nos hace egoístas y desgraciados.
Tenemos el ejemplo de los mártires: Maximiliano Kolbe, Oscar Romero, Ignacio Ellacuría y compañeros jesuitas, y tantos otros, que prefirieron los valores del amor y de la justicia, antes de su propia vida.
Pregunta 5 – ¿Cuál es la tercera paradoja?
Jesús dice: “El que quiera servirme, que me siga; y donde esté yo, allí estará también mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará”.
Muchos piensan que lo mejor es ser servido y no servir.
En cambio, Jesús nos enseña a ser como Él, que no vino a ser servido, sino a servir. Y servir a Jesús es servir a los demás, especialmente a los más necesitados. Los que concentran sus vidas en servir a los demás serán bendecidos por Papá Dios con la vida eterna.
Pero, después de presentar las tres paradojas, Jesús exclamó:
-“Estoy conmocionado. Tengo miedo”.
Pregunta 6 – ¿Tiene Jesús realmente miedo?
Las tres paradojas eran muy duras.
Y Jesús tuvo miedo, como en el Huerto de Getsemaní, donde llegó a sudar gruesas gotas de sangre (cf. Marcos 14, 32-42; Mateo 26,36-46; Lucas 22,40-46). Mas Él se sobrepone:
-“Mas por esto he venido en esta hora. Y ¿qué diré?: "Padre, glorifica tu nombre”.
Y entonces vino una voz del cielo:
-“Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”.
Era la voz del Padre, que viene del cielo como un trueno. Esto ya había ocurrido en otras ocasiones (cf. Marcos 1,11 y par; Marcos 9,7 y par.) para confirmar que Dios Padre está siempre con Jesús.
La gente se desconcierta ante aquella voz. Pero Jesús la tranquiliza, dando a entender que Él y el Padre actúan de común acuerdo. Y Jesús comenta:
-“No ha venido esta voz por mi causa, sino por causa de ustedes… Y yo, cuando fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (v. 32). Y añade el evangelista:
- “Y esto lo decía dando a entender de qué muerte había de morir” (v. 33).
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Mirando al Crucifijo, caemos en la cuenta de que Jesús es amor, pues sólo por amor murió en la Cruz. Por eso la cruz nos atrae tanto.
En la historia de Jesús se contraponen dos concepciones del poder:
- La concepción mundana del poder, que está en el dinero, en la fuerza militar, en la influencia política, en los votos, etc.
- Para Jesús el poder está en la cruz hasta dónde es capaz de amarnos. Su entrega fiel hasta la muerte ha atraído hacia Él a mucha gente de todas las razas y naciones.
Pregunta 7 – ¿Qué poder dura más: el del mundo o el de Jesús?
La historia ha visto caer todos los poderes del mundo. Por ejemplo:
- Las autoridades judías que clamaron por la muerte de Jesús pronto vieron su templo derrumbado y su nación en ruinas.
- Roma, personificación del poder mundial durante varios siglos, cayó por fin en manos de los bárbaros.
- Todos los imperios del siglo pasado han caído: nazismo, Unión Soviética y el capitalismo neoliberal pasa por una de sus peores crisis…
Pero Jesús, que prefirió el camino del sufrimiento y la servidumbre, dio vida a un reino espiritual, que ha sobrevivido, mientras todo lo demás ha caído.
Muchos rechazan a Dios y los tiranos matan a los cristianos, pero la Iglesia ha sobrellevado cada crítica y ha sobrevivido a cada tirano.
Despedida
Les invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí vemos el Cuerpo y la Sangre de un Crucificado, que nos alimentan y nos dan fuerza en nuestro caminar. Vemos al Crucificado, que muere para salvarnos. Vemos el milagro de cómo un derrotado hasta ser puesto en una cruz, ha ganado ya a medio mundo.
FIN