Anda y haz tú lo mismo.
Por: José Martínez De Toda, S.J.
HOMILÍA
DOMINICAL
Julio 14 de 2013
El Evangelio
del domingo de hoy habla de amor. Plantea la pregunta: ¿Hasta dónde debe llegar
mi amor? ¿Cuál es el límite? Y Jesús responde maravillosamente.
Lectura del santo evangelio
según San Lucas
Lc 10, 25-37
NARRADOR
–
En aquel tiempo se presentó un letrado y le preguntó a
Jesús para ponerlo a prueba:
LETRADO
–
Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida
eterna?
NARRADOR
–
Él le
dijo:
JESÚS
–
¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?
NARRADOR
–
El letrado contestó:
LETRADO
–
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con todo tu ser. Y al prójimo como a
ti mismo.
NARRADOR
–
Él le dijo:
JESÚS
–
Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.
NARRADOR
–
Pero el letrado, queriendo aparecer como justo,
preguntó a Jesús:
LETRADO
–
¿Y quién es mi prójimo?
NARRADOR
–
Jesús dijo:
JESÚS
Un hombre
bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo
desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto.
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino, y, al verlo dio
un rodeo y pasó de largo.
Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un
rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al
verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y
vino, y, montándolo en su propia cabalgadura lo llevó a una posada y lo cuidó.
Al día siguiente sacó dos denarios, y, dándoselos al posadero, le dijo:
-Cuida de él y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.
¿Cuál de
esos tres parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los
bandidos?
NARRADOR
–
El letrado contestó:
LETRADO
–
El que practicó la misericordia con él.
NARRADOR
–
Jesús le dijo:
JESÚS
– Anda, haz
tú lo mismo.
Pregunta 1
–
Los letrados se la pasaban discutiendo cómo ganar la
vida eterna. Y uno de ellos le pasó la pregunta a Jesús. ¿Qué respondió Jesús?
Jesús le
responde con otra pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”
El letrado
contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y
con todas tus fuerzas, y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”.
Y Jesús le
dijo: “Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida”.
Pero el
letrado pregunta:
“¿Y quién es
mi prójimo (o mi compañero)? O sea: ¿A quién debo amar?”
Éste era uno
de los puntos de discusión entre los judíos. Aceptaban que para agradar a Dios
era necesario hacer bien a los demás, pero ¿quiénes eran esos ‘demás’?
El mundo de
cada judío estaba dividido en ‘nosotros’ y ‘ellos’. Los esenios de Qumram
sacaban fuera a los pecadores, que eran «los hijos de las tinieblas». Los
Zelotes sólo aceptaban a los de su misma nación y etnia. El judío promedio
pensaba que no podía amar al samaritano. Muchos israelitas excluían a los
extranjeros. Otros, a sus propios enemigos personales.
La novedad
de Jesús es considerar a todos como una gran familia, donde se atiende con
prioridad al más necesitado, y se ama hasta a los enemigos.
Pregunta 2
– ¿Cómo se
lo explica Jesús?
Jesús lo
aclara con esta parábola:
Un hombre
bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo dejaron
medio muerto. Bajó primero un sacerdote, y después un levita, y al verlo dieron
un rodeo y pasaron de largo. Pero un samaritano se detuvo, le dio lástima, se
le acercó, le vendó las heridas con aceite y vino, y, montándolo en su propia
cabalgadura lo llevó a una posada. Al día siguiente le dijo al dueño:
-
“Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a la
vuelta”.
Pregunta
Jesús: - ¿Cuál de esos tres se portó como prójimo? El letrado contestó:
-
“El que practicó la misericordia con él”.
Jesús le
dijo:
-“Anda, haz
tú lo mismo”.
En esta
parábola los representantes del poder político y religioso (el sacerdote y el
levita, hombres del culto) no se dejan mover a compasión. Inclusive, si
“descendían” a Jericó, es que ya habían cumplido su trabajo en el templo por un
período de tiempo, y regresaban a su hogar. El poder político y religioso no
son garantía de amor y de atención al necesitado.
Se dejan
llevar por la comodidad y el no molestarse por los demás.
En cambio
aquel samaritano, que para los judíos era el excluido, el hereje, el enemigo,
el odiado, él es el que califica como ‘próximo’, como ‘compañero’, como ‘mi
pana’.
La parábola
del Buen Samaritano es una joya de humanismo. Al samaritano se le estremecen
las entrañas; nosotros diríamos: el corazón; se siente movido a compasión.
Pregunta 3
–¿Con quién te identificas en esta parábola?
Algunos se
sienten como el hombre herido en la parábola, y estarían felices de tener al
lado un Buen Samaritano que les trajera alivio.
Otros se
identifican con el samaritano, listo para ayudar a quien más lo necesite.
Otros más,
con verdadera humildad, reconocen que muchas veces han dado un rodeo para no
encontrarse con el hermano herido al lado del camino.
La pregunta
ya no es: "¿cuál es mi prójimo?", sino "¿cómo puedo ser yo el
prójimo de una persona necesitada? ¿cómo puedo estarle cerca?".
Pregunta 4
–
¿Cuál es el mensaje central de la parábola?
Jesús
elimina la división y polarización social.
Y establece
que el servir al débil es más importante que toda ley y costumbre del Templo.
La religión para Jesús es servir al más necesitado. El amor debe estar por
encima de todo. Y debe llegar a todos sin diferencia ninguna.
Así también
lo cuenta esta historia de ‘Los tres huéspedes’:
<Tres hombres con largas barbas
blancas estaban sentados a la puerta de una casa. La dueña les invitó a entrar
y comer algo. Ellos se negaron entrar, pues no estaba el esposo.
Al anochecer, cuando llegó el esposo,
ellos aceptaron, pero añadieron:
-
“Los tres no podemos entrar en la casa a la vez".
-
- "¿Por qué?", les preguntó la mujer curiosa.
Uno de ellos le explicó:
-
"Nosotros nos llamamos Riqueza, Éxito y Amor.
Dile a tu esposo quién de nosotros quiere que entre en su casa."
El esposo inmediatamente quiso que entrara la Riqueza, para que llenara
la casa de riquezas. Su mujer, en cambio, quería invitar al Éxito. Pero su
nuera, que estaba escuchando todo, saltó diciendo:
-
"¿No sería mucho mejor invitar al Amor, y así
nuestra casa se llenará de amor?”
Por fin, los tres se pusieron de acuerdo e invitaron a entrar al Amor.
Cuando el Amor se levantó y se dirigió hacia la casa, los otros dos
también se levantaron y le siguieron. Sorprendida la señora, preguntó a la
Riqueza y al Éxito:
-
"Sólo invité al Amor, ¿por qué quieren entrar
también ustedes?
Y los dos respondieron:
-
"Si usted hubiera invitado a la Riqueza o al
Éxito, los otros dos se habrían quedado afuera; pero como invitó al Amor,
adonde él va, vamos también nosotros. >
(Félix
Jiménez, escolapio).
Cuando hay
verdadero amor con el necesitado, lo demás le viene en seguida.
El amor
cristiano tratará de ayudarle, comenzando por lo más esencial, en aquello que
le sirva más para su felicidad integral, pero sin desviarse de la ruta de la
Bandera de Cristo, en la que interesan menos las riquezas y los honores.
El evangelio
repite mucho la palabra "hacer"; y es que el evangelio de Jesús, además
de ser el libro del ‘saber’, es el libro de ‘hacer’ el bien, de ser prójimo de todos.
Y Dios, como
las madres, lo da todo y no pide nada a cambio.
Despedida
Les
invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí aprendemos hasta dónde debe
llegar mi amor, es decir, hasta el más necesitado. La Parábola del Buen
Samaritano y la Eucaristía coinciden en que, imitando a Jesús, debemos dar la
vida, si es necesario, por los que más lo sufren.