Homilía
Dominical
29 de julio de 2012
por José Martínez de Toda, S.J.
“Dio la acción de gracias y repartió el pan”(Juan 6, 1-15)
Moderador: Buenos
días. Estamos aquí en el Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy presenta una
crisis alimentaria. ¿Cómo la resuelve Jesús? Escuchémoslo.
Lectura del santo evangelio según San Juan
Juan 6, 1-15
NARRADOR – En aquel
tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades).
Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los
enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los
ojos, y al ver que acudía mucha gente dijo a Felipe:
JESÚS – ¿Con qué
compraremos panes para que coman éstos? (lo decía para tantearlo, pues bien
sabía él lo que iba a hacer).
NARRADOR – Felipe
le contestó:
JESÚS – Doscientos
denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.
NARRADOR – Uno de
sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
JESÚS – Aquí hay
un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces: pero ¿qué es
esto para tantos?
NARRADOR – Jesús
dijo:
JESÚS – Digan a la gente que se siente en el suelo.
NARRADOR – Había
mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que
estaban sentados: lo mismo, todo lo que quisieron del pescado. Cuando se
saciaron, dijo a sus discípulos:
JESÚS – Recojan
los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.
NARRADOR – Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos
de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente
entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
SEGUIDORES – Este sí
que es el Profeta que tenía que venir al mundo.
NARRADOR – Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo a la
fuerza a proclamarlo rey, se retiró otra vez a lo alto del cerro para estar
solo.
Pregunta 1 –
¿Ocurren hoy cosas como la multiplicación de los panes?
Escucha esta historia:
<Teresa tenía 8 años. Su hermanito Andrés estaba muy
enfermo y no tenían dinero para la operación. Teresa oyó decir a su padre:
- "Sólo un milagro puede salvar a
Andrés".
Teresa tomó sus ahorros, se fue a la farmacia y
le dijo al farmacéutico:
- "Mi hermano está muy enfermo. ¿Cuánto
cuesta un milagro?"
El hermano del farmacéutico se agachó y le
preguntó a la niña:
- "¿Cuánto dinero tienes?"
- “Un dólar y cinco centavos”.
- “Estupendo, eso es exactamente lo que cuesta un
milagro para los hermanitos”.
Cogió el dinero de la niña y le dijo:
"Llévame a tu casa. Veamos si tengo la clase de milagro que
necesitas".
Aquel hombre era un cirujano. Operó al niño y
quedó bien. Su madre decía:
- "Esa operación ha sido un verdadero
milagro. ¿Cuánto habrá costado."
Teresa sonreía. Ella sí lo sabía: costó un dólar
y cinco centavos, más la fe de una niña.>
(Félix Jiménez, escolapio).
Para dar vida, hacer feliz, ayudar, amar,
perdonar, no se necesita mucho: basta una sonrisa, una buena palabra, un abrazo
sincero, una cálida acogida, estar ahí…
Pero, además, Jesús podía multiplicar los panes.
Pregunta 2 – ¿Cómo lo hizo Jesús?
En realidad la historia comienza con Herodes, que
encarcela y decapita al Bautista.
Y Jesús sabe que puede correr la misma suerte,
porque actúa como Juan el Bautista. Por eso Él decide prudentemente desaparecer
de escena por unos días, y se montó en una barca para ir a un sitio tranquilo y
apartado.
Pero la gente se entera adónde irá, y llega por
tierra antes que Él. Total: Jesús desembarca y se encuentra frente a una gran
multitud, que lo está esperando.
La gente estaba asombrada y curiosa: ¿Quién es
este Jesús, que se preocupa tanto por los enfermos y tiene tanto poder, que
hasta sana a muchos de ellos? ¿Qué sorpresas nos trae?
Aquel día especialmente Jesús, viendo tanta
gente, sintió compasión. Ve aquella multitud agobiada y enferma. La observa, la
mira con profundidad, lee en sus rostros el dolor, la enfermedad, el agobio, y
se pone en seguida a curarlos de sus enfermedades, a enseñarles muchas cosas y
a atender con cariño a cada persona que se acercaba a Él.
Era una gran multitud: 5.000 hombres, sin contar
las mujeres y los niños.
Jesús les alimenta primero con la Palabra de
vida y después con el pan multiplicado. Ni siquiera espera a que se lo
pidan. Él se adelanta.
Va cayendo la tarde, y los discípulos le dicen
que despida a la multitud. Pero Jesús les reta: “Dénles Vds. de comer”. Ellos
se excusan:
- Sólo
tenemos cinco panes y dos peces.
Eran de un muchacho previsor.
Jesús los tomó, alzó la mirada al cielo,
pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos, y ellos
a la gente. Y comieron todos hasta saciarse, y recogieron doce cestos llenos de
sobras.
Pregunta 3 - ¿Hay en la Biblia otras multiplicaciones de pan?
Sí. Precisamente la Primera Lectura de hoy dice
que el profeta Eliseo alimentó a cien personas con un poco de pan de
cebada. La historia fue así:
<Un hombre del Baal-salisa trajo veinte barras de pan de
cebada y espigas de trigo para darle a Eliseo como ofrenda por los primeros
frutos. Eliseo dijo.
- “Dalo a la
gente para que coma.” Y su sirviente respondió:
- “¿De qué le
sirve esto tan poco a cien hombres?” Entonces Eliseo repitió:
- “Da a la
gente para que coman, porque así ha dicho el Señor: ‘Comerán y sobrará’.”
Efectivamente, el sirviente “lo puso delante de
ellos, y comieron, y les sobró, como había dicho el Señor” (2 Reyes
4:42-44). >
Ambas historias se parecen bastante.
Estas alimentaciones también recuerdan al maná
en el desierto (Exod. 16; Num. 11).
Así lo recuerda el evangelista Juan (Juan 6:31,
49), después de contar la multiplicación de los panes.
Pregunta 4 –
¿Cuál es la Buena Noticia en este milagro?
- El
humanismo del Hijo de Dios. Es una historia de compasión.
- La
iniciativa de alimentar a la muchedumbre es de Jesús. Nadie se lo pide.
- Pide la
colaboración de los hombres: “Denles ustedes de comer”. Y comienza
con aquellos cinco panes y dos peces del muchacho.
- Es un
milagro, fruto de la oración.
-Generosidad y abundancia. “Y fueron
saciados” (v. 12). Pero sin derroche. No se bota nada. Recogieron
doce cestas de pedazos de pan de cebada (v. 13). Es decir, una cesta
por cada tribu de Israel.
Pregunta 5 – ¿Tiene este milagro algo que ver con la Eucaristía?
Dice el evangelio: “Jesús tomó, bendijo,
partió y dio”. Son las mismas palabras de Jesús en la Última Cena,
cuando instituyó la Eucaristía (Mateo 26).
Es la única historia milagrosa que se encuentra
en los cuatro Evangelios.
La Eucaristía es el significado principal en
ellos.
Asimismo la posición arreglada de la gente
sentada en grupos sobre la hierba, la oración de invocación y bendición, el
acto litúrgico de partir el pan, el paralelo inmediato a la muerte de Juan
Bautista – todas estas acciones son pistas inequívocas que señalan a la
celebración de la Última Cena del Señor.
Más aún, Jesús poco después hablará a la misma
gente del Pan de vida, que es su Cuerpo inmolado.
Curiosamente, sólo son los panes (y no los peces)
los que son específicamente repartidos a los discípulos para distribuir
(14:19).
Despedida
Les invitamos a la Eucaristía, sacramento del
amor. Allí Jesús multiplica el pan para que llegue para todos. Es el pan de su Cuerpo,
que recibimos en la Comunión. Ese pan nos alimenta más que el material. Es el
pan que produce vida eterna.
Cada domingo venimos a la iglesia, a nuestra
casa, a levantar los ojos al cielo e implorar de Dios Padre su amor y su
perdón. Sólo de lo alto nos viene la verdadera salvación; venimos a ser
bendecidos y partidos como el pan de Jesús; venimos a ser repartidos por la
comunidad para que todos puedan saciarse con el pan de vida.