HOMILÍA DOMINICAL
3 DE NOVIEMBRE DE 2.013
Por: José Martínez De Toda, S.J
“Doy
la mitad de mis bienes
a los
pobres”
Lc 19, 1-10
MODERADOR:
Buenos días.
El Evangelio
del domingo de hoy presenta a Jesús que se autoinvita a comer con un pecador
público. ¿Por qué? Escuchémoslo.
Lectura del santo evangelio
según San Lucas
Lc 19, 1-10
NARRADOR
En aquel tiempo entró Jesús en Jericó y atravesaba la
ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de
distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de
estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo porque tenía
que atravesar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y
dijo:
JESÚS
Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en
tu casa.
NARRADOR
Él bajoó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver
eso, todos murmuraban diciendo:
FARISEO
Ha entrado a comer en casa de un pecador.
NARRADOR
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
ZAQUEO
Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los
pobres y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
NARRADOR
Jesús le contestó:
JESÚS
Hoy ha venido la salvación a esta casa; también éste es
hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que
estaba perdido.
Palabra Del Señor
Pregunta 1
Uno encuentra obstáculos en la vida. ¿Cómo reaccionar ante
ellos? <Cuentan que un rey mandó colocar una gran piedra en medio de un
camino, por el que transitaba bastante gente, para ver quién la quitaba.

El rey observaba a sus súbditos. Pero todos, ricos,
cortesanos y pobres, al verla, daban un gran rodeo y seguían su camino.
Un día un campesino llegó con su carga al hombro, vio la
piedra que estorbaba a todos, dejó su carga en el suelo y, después de muchos
intentos, logró echar la piedra fuera del camino.
Cuando volvió a coger su carga, vio una bolsa donde había
estado la piedra. La bolsa contenía muchas monedas de oro, y una carta del rey
que decía que las monedas de oro eran para el que quitara la gran piedra. Y
aprendió aquel día que cada obstáculo en el camino de la vida es una oportunidad
para mejorar nuestra situación>.
(Félix Jiménez,
escolapio)
<Ha habido
campeones mundiales, por ejemplo, Boris Becker, número uno en tennis, que ganó
Wimbledon dos veces, y una vez como el jugador más joven. Pero era un hombre
infeliz, que inclusive intentó el suicidio. “No tenía paz interior”, decía
después.>
J. Oswaldo
Sanders dice en su libro De cara a la soledad: “El millonario es de ordinario
un hombre solitario, y el payaso es a menudo más infeliz que su audiencia”.
Quizá esto fue lo que le pasó a Zaqueo, que era pequeño de
estatura, y se subió a un árbol para ver mejor a Jesús, cuando pasara.
Pregunta 2
¿Quién era
Zaqueo?
Zaqueo era un
supervisor de publicanos” (v. 2).
Los romanos contratan a publicanos, como Zaqueo, para
recoger impuestos en pueblos o regiones particulares. Zaqueo a su vez
subcontrata la recolección de impuestos a otros publicanos menores. El sistema
se presta al abuso y a la corrupción. Los judíos desprecian a los publicanos y
los consideran como mercenarios y ladrones.
“Y habiendo
entrado Jesús, iba pasando por Jericó” (v. 1). Jericó es una ciudad de tierra
caliente, adinerada y un centro de comercio. Ocupa un lugar estratégico junto a
la carretera a Jerusalén y un cruce del Río Jordán. Sus habitantes exportan dátiles
y bálsamo.
Zaqueo era rico, tenía poder, pero oyó hablar de Jesús.
Quería ver a Jesús, ese hombre del que todos hablaban bien, que hacía signos
maravillosos, que hablaba con autoridad, que era el nuevo profeta.
Quizá se sentía culpable de lo que robaba, veía obstáculos
a su felicidad. Estaba insatisfecho. Le daba pena. Era un pecador público y
pequeño de estatura. ¿Cómo acercarse a Jesús, que viene por aquel camino repleto
de gente, que lo acompaña?
“Y corriendo
delante, se subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por
allí” (v. 4).
Pero la sorpresa de Zaqueo es que es el mismo Jesús quien
lo está buscando. Porque, al llegar bajo el árbol, Jesús se detiene, levanta la
cabeza y le dice a Zaqueo:
“Zaqueo, date
prisa, desciende, porque hoy es necesario que me aloje en tu casa”.
Pregunta 3
¿Quién busca a
quién?
Aparentemente Zaqueo es el que busca a Jesús. Pero al
final Jesús también busca a Zaqueo. Zaqueo descendió aprisa, y le recibió
gozoso.
¡Qué
sorprendido y honrado se debe sentir Zaqueo! Jesús es muy popular, y da
categoría a cualquier hogar que visite. ¿Por qué le honraría a él, un pecador
público conocido de todos?
Efectivamente, todos murmuraban de Jesús diciendo que
“había entrado a comer en casa de un pecador”. La gente común ve a Jesús como
su amigo. Pero no quiere que él honre a un hombre considerado como su enemigo.
Pero Jesús se
sienta a comer con la familia y los amigos de Zaqueo. Todos conversan.
Pregunta 4
¿Cómo
reacciona Zaqueo?
Zaqueo reflexiona. La aceptación desprejuiciada e
incondicional del pecador Zaqueo por parte de Jesús le habló más claramente a
su corazón que el mejor discurso de Jesús.
Y Zaqueo le dice espontáneamente a Jesús:
“He aquí, Señor,
doy la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno,
lo restituiré cuatro veces más”.
En otra ocasión Jesús le había pedido a un joven rico que
vendiera sus posesiones y que se las diera a los pobres.
A Zaqueo sólo le pide hospitalidad; pero Zaqueo, de su propia
voluntad, ofrece mucho más.
Y Jesús acepta la buena voluntad de Zaqueo, y comenta:
“Hoy ha venido
la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham” (v. 9). La
salvación de Zaqueo beneficia a su familia y a su comunidad, cuando da dinero a
los pobres y restituye a quienes ha defraudado.
“Porque el
Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Ahora proclama que su misión central es buscar y salvar a
los que están perdidos. Y para ello es Jesús quien toma la iniciativa.
Pregunta 5
¿Qué cosas
perdidas salvó Jesús?
Lo cuenta en varias parábolas: la oveja perdida (15:3-7),
la dracma perdida (15:8-10) y el hijo pródigo (15:11-32). Y cuando encontraron
lo perdido, hubo gran regocijo.
Lo bueno de Zaqueo es que trató de quitarse de encima lo
que estorbaba a su conciencia. Fue limpiando su camino de obstáculos. Quizá
esta actitud de superar obstáculos fue lo que llamó la atención de Jesús.
Jesús nos dice: “Vengan a mí los que estén agobiados y yo
los consolaré”.
Y en el Apocalipsis (3, 20) repite: “Estoy a la puerta
llamando y cenaremos juntos”.
DESPEDIDA
Les invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí
Jesús también me dice a mí:
"Hoy
quiero hospedarme en tu casa".
El Señor está aquí, en nuestra casa, y nos trae la
salvación y el perdón de los pecados, y nos da la fuerza para superar los
obstáculos fìsicos y morales que nos impiden verlo.
Una Iglesia es una casa donde los pecadores se encuentran
con Dios.
En nosotros hay un querer ver, conocer y mejorar, que
tiene que ser despertado.
Hoy Jesús quiere entrar en tu casa, en tu vida, en tu
intimidad. ¿Que está sucia? ¿Que está ocupada por otro?
No importa. Ábrele la puerta.