Por José Martínez de Toda, S.J.
Especialmente para Radio
“Miren mis manos y mis
pies; soy yo en persona”
(Lc 24, 35-48)
Moderador: Buenos días. Estamos aquí en el
Estudio… (Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy hace referencia a
dos Apariciones importantes de Jesús, precisamente en el primer día de su
Resurrección, el domingo de Resurrección:
1. La
primera es la Aparición a los dos discípulos decepcionados, que iban de
Jerusalén a su pueblo Emaús, pensando que ya todo había terminado.
2.
La
segunda Aparición es a los discípulos en el Cenáculo, donde se sentó a comer
con ellos para demostrarles que no era un fantasma. Escuchémoslo.
Lectura
del santo evangelio
según
San Lucas
(Lc
24, 35-48)
NARRADOR – Entonces ellos contaron las cosas que les habían
acontecido en el camino, y cómo se había dado a conocer a ellos al partir el
pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les
dijo:
JESÚS
– Paz a Ustedes.
NARRADOR – Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un
fantasma. El les dijo:
JESÚS –-¿Por qué se alarman? ¿Por qué surgen dudas en su
interior? Miren mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tóquenme y dénse
cuenta que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo.
NARRADOR – Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no
acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
JESÚS – ¿Tienen algo que comer?
NARRADOR – Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó
y comió delante de ellos. Y les dijo:
JESÚS –Esto es lo que les decía mientras estaba con Ustedes:
que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí
tenía que cumplirse.
NARRADOR – Entonces les abrió el entendimiento para comprender
las Escrituras. Y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará
de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y
el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén”.
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Pregunta
1 – ¿Qué hacen los discípulos
de Emaús después de ver a Jesús resucitado?
La alegría les desborda, y no piensan sino en
comunicar la Gran Noticia a los demás discípulos de Jerusalén: “Hemos visto a
Jesús resucitado”. Y se volvieron ya de noche a Jerusalén por el mismo camino,
pero esta vez a toda prisa, corriendo para contársela.
<Un catequista preguntó un día a un grupo de
jóvenes que se preparaban para la Confirmación: “¿Cuál es la parte más
importante de la misa?”
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La mayoría respondió:
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- ”La consagración”. Pero uno contestó:
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- “La parte más importante es el rito de
despedida”.
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El catequista sorprendido le preguntó:
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- “¿Por qué dices eso?” Y éste le respondió:
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-“La misa sirve para alimentarnos con la
palabra, el cuerpo y la sangre del Señor. Pero la Misa comienza cuando
termina. Salimos a la calle para hacer y decir lo que dijeron los discípulos
de EMAUS: “Hemos reconocido al Señor al partir el pan, y está vivo, y vive
para siempre y para nosotros”.> (Félix Jiménez, escolapio).
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Pregunta
2 – ¿Cuándo dijeron los de
Emaús esa frase?
Había mucho alboroto entre los discípulos de
Jesús reunidos en Jerusalén. Pedro les está contando cómo se le ha aparecido
Jesús. En ese momento llegan los dos de Emaús, y cuentan cómo lo han reconocido
al cenar con él. La mayoría no ha tenido todavía ningún contacto con Jesús. No
sabe qué pensar.
Entonces Jesús se presenta en medio de ellos y
les dice: “Paz a Ustedes”.
Come entre ellos, y se dedica a «abrirles el
entendimiento» para que puedan comprender lo que ha sucedido. Quiere que se conviertan
en «testigos», que puedan hablar desde su experiencia, y predicar no de
cualquier manera, sino «en su nombre».
Pregunta
3 – ¿Les convence Jesús de
que Él resucitó?
La presencia de Jesús no transforma de manera
mágica a los discípulos. Algunos se asustan y «creen que están viendo un
fantasma».
Es verdad que algunos hombres y mujeres vieron el
sepulcro vacío, hablaron con los ángeles y decían que habían hablado con el
mismo Jesús resucitado. Inclusive los mismos soldados, que custodiaban el
sepulcro, informaron a sus autoridades que el sepulcro estaba vacío. Pero los
discípulos siguen dudando.
Pregunta
4 – ¿Es fácil creer en Jesús
resucitado?
No es fácil… Es algo que sólo puede ser captado y
comprendido desde la fe, que el mismo Jesús despierta en nosotros.
La resurrección es un hecho sobrenatural basado
en nuestra fe.
La fe en Cristo se va despertando en nuestro
corazón de forma frágil y humilde. De ordinario, crece rodeada de dudas e
interrogantes: ¿será posible que sea verdad algo tan grande?
<Lo importante es nuestra actitud interior. Confiar
siempre en Jesús. Hacerle mucho más sitio en cada uno de nosotros y en nuestras
comunidades cristianas… Si no experimentamos nunca «por dentro» la paz y la
alegría que Jesús infunde, es difícil que encontremos «por fuera» pruebas de su
resurrección…
Lo primero para despertar nuestra fe en Jesús
resucitado es poder intuir, también hoy, su presencia en medio de nosotros, y
hacer circular en nuestros grupos, comunidades y parroquias la paz, la alegría
y la seguridad que da el saberlo vivo, acompañándonos de cerca en estos tiempos
nada fáciles para la fe.>
(Pagola)
La resurrección es creíble también a causa de las
vidas cambiadas de estos discípulos, convertidos en testigos. Antes de su
aparición, estaban vencidos y temerosos. Después de su aparición, y
especialmente después de Pentecostés, encontraron valor para predicar en
público en cualquier esquina de Jerusalén durante Pentecostés, y 5.000 se
convirtieron en el primer sermón de Pedro (Hechos 2). Y los Apóstoles siguieron
adelante hasta dar su vida para cambiar el mundo, conscientes de la presencia
de Jesús resucitado, que está junto a nosotros.
Pregunta
5 – ¿Cuál es la Buena Noticia
de esta 1ª Aparición de Jesús?
1.Que
Jesús resucitó y se ha aparecido a varios discípulos y colectivamente al grupo.
2.Que
Jesús trae paz, fe, seguridad, y no les reclama a los discípulos por su falta
de fe. Jesús consuela, se preocupa de ellos, se adapta a ellos para
convencerles.
3.Que
Jesús busca la oveja perdida, representada en aquellos discípulos descreídos.
4. Que
Jesús les razona por qué Él murió y resucitó:
“Esto es lo que les decía mientras estaba con Ustedes:
que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí
tenía que cumplirse... Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de
entre los muertos al tercer día”
5. Que
Jesús les recuerda su misión: “En su nombre (de Jesús) se predicará la
conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusalén”.
Pregunta
6 – ¿Cómo hacer presente hoy
al Señor resucitado?
-
A través del encuentro
personal con Jesús. Él está “con nosotros” y “en nosotros” por medio del
Espíritu.
- Desarrollar nuestros sentidos (ver, oír, tocar, etc.)
para saborear la presencia del Señor crucificado y resucitado en nosotros
mismos, en la gente buena que nos rodea y en cualquier signo de esperanza y
amor que nos sale al camino.
-Presentar en la oración al Señor todos los problemas de
nuestra vida, y preguntarle: “¿Qué piensas de esto? ¿Cómo actuarías tú aquí?”
-Salpicar nuestra conversación con frases como: ‘Gracias a
Dios’, ‘Gracias a Dios y a la Virgen’, ‘Providencialmente’.
-
Conservar la tradición de
pedir la bendición, de decir al despedirse en la noche: “Hasta mañana”,
respondiendo: “Si Dios quiere”. Y decir al encontrarse en la mañana: “Buenos
días”, respondiendo: “Buenos días nos dé Dios”.
- Poner a los hijos nombres de santos/as, y contarles su
vida.
- Antes de las comidas al menos hacer la señal de la cruz.
Pero también hacer que el más pequeño de la casa rece algún verso fácil. Por
ejemplo: “El Niño Jesús nació en Belén; bendiga la mesa y a nosotros también”.
Familia que reza unida, se mantiene unida.
-
Tener cuadros o símbolos
religiosos en la casa, en la habitación, al cuello.
-
Y, sobre todo, amarlo y
servirlo cada día, con sencillez y esperanza, en nuestros hermanos más
sencillos, más pobres, más necesitados. Sabiendo que en ellos es a Él a quien
estamos amando y sirviendo. Tratar a todos con respeto y alegría.
Despedida
"Invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor".
Allí estaremos con Jesús resucitado en el pan y el vino,
convertidos en su cuerpo y su sangre. También está allí en la unión de los
hermanos: “Siempre que haya dos o tres personas reunidas en mi nombre, allí
estaré yo también”.