Final De Los Tiempos

viernes, 14 de junio de 2013

Homilía Dominical Junio 16 de 2013


Homilía Dominical
Junio 16 de 2013
Por: José Martínez De Toda, S.J.

“Al que mucho se le perdona, mucho ama”
Lc 7, 36 – 8, 3

El Evangelio del domingo de hoy presenta a una prostituta, que se acerca a Jesús.

NARRADOR – En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume, y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado, se dijo:

FARISEO – Si éste fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.

NARRADOR – Jesús tomó la palabra y le dijo:

JESÚS – Simón, tengo algo que decirte.

NARRADOR – El respondió:

FARISEO – Dímelo, Maestro.

NARRADOR – Jesús le dijo:

JESÚS – Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?

NARRADOR – Simón contestó:

FARISEO – Supongo que aquel a quien le perdonó más.

NARRADOR – Jesús le dijo:


JESÚS – Has juzgado rectamente.


NARRADOR – Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:

JESÚS – ¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies: ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.

NARRADOR – Y a ella le dijo:

JESÚS – Tus pecados te han sido perdonados.

NARRADOR – Los demás convidados empezaron a decir entre sí:

INVITADOS – ¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?

NARRADOR – Pero Jesús dijo a la mujer:

JESÚS – Tu fe te ha salvado, vete en paz.



Pregunta 1
     Una prostituta arrepentida se acerca a Jesús. ¿Qué ocurrió con ella?

Un fariseo invitó a comer a su casa a Jesús. Pero, a pesar de que lo llama ‘Maestro’, no tuvo los mínimos detalles de cortesía. A los huéspedes se les ofrecía agua para lavarse los pies, se les besaba y se les ungía la cabeza con ungüento.

Nada de eso hizo con Jesús.

Seguramente la noticia de la cena con Jesús recorrió la ciudad, y la gente se asomaba al sitio de la cena.

Los invitados se sentaban en almohadas con la cabeza junto a la mesa y los pies extendidos hacia atrás.

“Y he aquí que una mujer, que había sido pecadora en la ciudad, trajo un frasco de perfume, y colocándose detrás junto a los pies de Jesús, regaba sus pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume”.


Pregunta 2
     ¿Cómo reacciona Jesús ante aquella mujer?

Ve que sus lágrimas son lágrimas de gratitud por su redención. Su presencia en la cena y su aceptación por parte de Jesús sería una confirmación pública de su cambio de vida.

Antes Jesús había sido criticado como “un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores.” Este relato confirma que Jesús es verdaderamente amigo de los pecadores.

Jesús rompió muchas veces las costumbres de su pueblo con respecto a los leprosos, los mendigos, los endemoniados, los enfermos, y en general con los rechazados socialmente.

Y trató con especial preferencia a las “malas mujeres”, despreciadas por quienes aparentaban ser ‘puros’.

Pero Jesús no hace caso de los hipócritas y de quienes desprecian a los débiles y desafortunados. Él prefiere ver a cada uno como persona necesitada, que anhela respeto y comprensión, y trata al excluido como ser humano. En todo conflicto Jesús se pone del lado del necesitado. Lo hizo con la adúltera, con los leprosos, con los mendigos.

Simón se considera “puro,” y le molesta el comportamiento público de la mujer pecadora, precisamente en su misma casa.

Simón no ve en la prostituta a una persona arrepentida y cambiada, y piensa para sí:

-       “Éste, si fuera profeta, sabría quién es esta mujer, que lo está tocando: una pecadora”.

Pero Jesús no responde con un discurso, sino directamente con una parábola en forma de adivinanza y con un interrogante:

<Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía dos meses de paga y otro diez veces más. Pero el acreedor perdonó a los dos. ¿Cuál de éstos le estará más agradecido y le amará más?” (v. 42).>

Y Simón contestó: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”.

Jesús le dijo: “Has juzgado rectamente”.


Pregunta 3
     ¿A quién representan estas dos figuras de la adivinanza?

A la prostituta y al fariseo.

A la prostituta se le había perdonado más que al fariseo. Por eso estaba mucho más agradecida, y explotaba de alegría y cariño por encima de toda consideración.

A ella no le importaba llamar la atención; había sido perdonada y tratada dignamente delante de todos.

Y Jesús se lo dice claramente al fariseo, contrastando el comportamiento de ambos:

“¿Ves esta mujer?

Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies: ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo.

Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.

Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo, sus muchos pecados están perdonados, por eso tiene tanto amor; en cambio al que poco se le perdona, poco ama.

Y a ella le dijo: ‘Tus pecados te han sido perdonados. Tu fe te ha salvado, vete en paz”.


Pregunta 4
     ¿Cuál es la mayor diferencia entre la prostituta y el fariseo?

La gran diferencia entre la mujer y Simón es que ella, llena de amor confiado, se reconoce pecadora y el fariseo no. Peor aún, la critica.

Jesús le dice a la mujer, “Tu fe te ha salvado, vete en paz” (v. 50). La fe impulsó a la mujer a venir a Jesús, y le abrió la puerta del perdón y de la salvación.



Pregunta 5
     ¿Qué es lo más importante para estar cerca de Dios?

Lo más importante y el primer paso es sentirse pecador, ser humilde y confiar sin condiciones.

Por eso en la Misa comenzamos siempre pidiendo perdón.

<Dos amigos iban por el desierto. Discutieron y uno le dio una bofetada al otro. Éste adolorido, pero sin decir palabra, escribió en la arena:

“HOY MI MEJOR AMIGO ME DIÓ UNA BOFETADA”.

Continuaron caminando, llegaron a un oasis y decidieron bañarse. El que había sido abofeteado estuvo a punto de ahogarse, y su amigo lo salvó. Cuando se repuso, escribió sobre una piedra:

“HOY MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA”.

-       ¿Por qué escribiste antes en la arena y ahora en la piedra?

-       El amigo le respondió:

-       Cuando alguien nos hiere, eso se puede escribir en la arena, para que los vientos del perdón lo puedan borrar. Pero cuando alguien nos hace el bien, debemos grabarlo en piedra, para que ningún viento lo pueda borrar y nos lo haga olvidar.>

-       Jesús perdona las ofensas y se alegra mucho con los favores.

-       (Jesús nos invita a no dar mucha importancia a las ofensas que uno recibe y a suprimir de nuestro corazón el deseo de venganza.

Jesús siente compasión, que no es lástima, sino cercanía, comprensión. Y cumple la misión para la que ha sido enviado por el Padre: perdonar, pagar nuestra deuda.)

Pero sólo puede perdonar el que olvidándose de su perfección, se pone en lugar del otro, se mete en sus zapatos y se identifica con él.

La firma auténtica del cristiano es el perdón.

Despedida

Les invitamos a la Misa, a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí todos nos sentimos pecadores, pero también nos sentimos perdonados y queridos con mucho cariño por Dios. Y nos sentimos todos como hermanos perdonados, que queremos hacer crecer nuestra mutua amistad al calor del amor de Jesús.