Homilía Dominical
2 de junio 2013
Por: José Martínez De Toda, S.J.
“Dénles de comer”
Lc. 9, 11-17
El Evangelio
del domingo de hoy nos habla de la generosidad de Dios: multiplicó el pan y los
peces para una multitud hambrienta.
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc. 9, 11-17
NARRADOR - En aquel
tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo
necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
DISCÍPULOS - «Despide
a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento
y comida, porque aquí estamos en descampado.»
NARRADOR - Él les
contestó:
JESÚS - «Dénles
ustedes de comer.»
NARRADOR - Ellos
replicaron:
DISCÍPULOS - «No
tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de
comer para todo este gentío.»
NARRADOR - Porque
eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos:
JESÚS - «Díganles
que se echen en grupos de unos cincuenta.»
NARRADOR - Lo
hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces,
alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se
los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y
se saciaron, y cogieron doce cestos con las sobras.
Palabra del
Señor:
Gloria a ti Señor Jesús
Pregunta 1
Este es uno de los milagros más
espectaculares de Jesús. ¿Dónde ocurrió este milagro?
A unos tres
kilómetros de Cafarnaúm, muy cerca del mar de Tiberíades, está Tabgha, que es
la contracción de la palabra griega “Heptapegon”, que quiere decir “Siete
Fuentes”.
Allí hay una
iglesia, llamada “iglesia de la multiplicación”, que está edificada sobre la
que ya existía allí hace 1.400 años. Los mosaicos que hay en el suelo, son los
del antiguo templo y tienen un gran valor artístico y arqueológico. En uno de
esos mosaicos se representa un cesto con cinco panes y dos peces a sus lados.
Recuerda
aquel día en que caía la tarde y la muchedumbre seguía al pié de Jesús
escuchándole. Sus discípulos le decían a Jesús que despidiera a la gente, para
que fuera a los poblados vecinos a comer y descansar en la noche.
Pero Jesús
arregló el problema de otra manera: quiso contar con la colaboración
responsable de los discípulos y, multiplicando el pan y el pescado, que un
muchacho llevaba para sí, hizo que lo repartieran de manera que 5.000 hombres,
además de los niños y mujeres presentes, comieron hasta saciarse.
Pregunta 2
¿Qué relación tiene con la fiesta del
Corpus?
El mismo
Jesús comparó el comer el pan de la Multiplicación de los Panes con el comer su
cuerpo. Esto ocurrió cuando los que habían estado en la Multiplicación de los
panes le pedían más y más milagros.
Pregunta 3
–
¿Y el pan y el vino eucarísticos son como cualquier
alimento?
Cuando
comemos algún alimento, éste se transforma en nosotros mismos. Pero el alimento
eucarístico hace al revés: nos transforma en Cuerpo de Cristo, nos convertimos
en aquello que comemos.
Pregunta 4
–
¿Y por qué nosotros que comulgamos hasta diariamente,
no experimentamos en nosotros ese cambio tan profundo?
Quizá esta
historia te lo explique:
< En
tiempo de la Guerra Fría un grupo de rusos y norteamericanos iban juntos en una
expedición. Al llegar la hora de la comida, los rusos sacaron un trozo de pan
negro ruso, sabroso pero duro para los dientes.
Un
norteamericano ingenuo quiso probar el pan ruso, pero se le rompió el diente, y
gritó:
-
“¡Vaya pan comunista!”. Y un ruso respondió:
-
“La
culpa no es del pan, sino de esos débiles dientes capitalistas”.>
Si no
experimentamos cambio después de la Comunión, quizá la culpa no es del pan
eucarístico, sino de nuestros dientes débiles y rotos; es culpa de nuestra
débil fe, de nuestro raquítico amor.
Pregunta 5
–
¿Y qué nos pide a cambio Jesús?
¡Nada! Es
gratis. Aquí te va otra historia:
<Una
familia del este de Europa decidió emigrar hace años a América. Sus familiares
y amigos se reunieron para despedirles y como regalo de despedida les dieron
pan y queso. Todos ellos eran pobres, pero la familia reunió pan y queso
suficientes para que les durara durante toda la travesía.
Viajaron en
un viejo barco de vapor recluidos en su camarote durante todo el viaje para no
malgastar sus pocos ahorros. Todas sus comidas consistían en pan y queso.
La víspera
del desembarco, el más pequeño de los hijos, un muchacho de nueve años, suplicó
insistentemente a su padre que le dejara salir para comprarse una manzana,
estaba ya enfermo de tanto pan y queso. El padre después de regañarle y, de
mala gana, le dio unos céntimos para que subiera a cubierta y se comprara la manzana.
Y le ordenó que volviera inmediatamente al camarote.
El muchacho
salió, el tiempo pasaba y no regresaba, su padre preocupado por la tardanza fue
en su búsqueda. Pasó por el comedor del barco y, cual no fue su sorpresa,
cuando lo vió comiendo una cena suculenta. Pensando en el gasto, se indignó y
empezó a echarle una reprimenda. Pero el muchacho le dijo: "Papá, es todo
gratis. La podíamos haber comido todos los días. La comida está incluida en el
pasaje".>
(Félix Jiménez, escolapio).
Pregunta 6
–
¿Cómo se aplica esto a la Eucaristía?
Como en la
historia del pan y del queso, muchos cristianos corren el riesgo de encerrarse
en sus devociones: su rosario, sus novenas, sus cofradías, su grupo…y no
enterarse de que hay un alimento gratis y más importante que todas las
devociones: el Cuerpo de Cristo.
"Si no
comen mi carne y no beben mi sangre, no tienen vida eterna".
Otros se la
pasan recluidos en sus casas y en sus negocios, y nunca vienen a este magnífico
comedor y no se enteran de que Jesús nos dejó un alimento gratis para vivir
unidos a Él y a los hermanos.
El altar de
la Eucaristía es la mesa de un restaurante dominical, donde se hace presente la
entrega fiel de Jesús hasta la muerte, donde se celebra lo que Dios hace en
nosotros y a través de nosotros. Es un restaurante abierto a todos para llegar
sanos y salvos al final de nuestra travesía a un puerto, donde comenzamos una
vida nueva llena de sorpresas y satisfacciones.
El Hijo de
Dios nos amó tanto que nos dejó su cuerpo resucitado en las especies del pan y
vino, oculto pero real, y entregado por ti.
Despedida
Les
invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Allí Jesús multiplica el pan
para que llegue para todos. Es el pan de su Cuerpo, que recibimos en la
Comunión. Ese pan nos alimenta más que el material. Es el pan que produce vida
eterna.