Homilía Dominical
Junio 23
de 2013
“El que quiera seguirme,
que tome su cruz”
Lc 9, 18 – 24
El Evangelio
del domingo de hoy trata la identidad de Jesús: ¿Es él uno de tantos profetas o
es el Mesías? Y si es el Mesías, ¿qué tipo de Mesías? ¿Es el liberador de
Israel con ejércitos y riquezas para lograr conquistas para los israelitas? ¿O
es el Hijo de Dios, bajado del cielo y sólo interesado en nuestra felicidad, es
decir, en que triunfe el amor entre nosotros, y que para ello seamos tan
humildes y serviciales como Él?
Lectura del santo evangelio
según San Lucas
Lc 9, 18 – 24
NARRADOR – Una vez
que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
JESÚS – ¿Quién
dice la gente que soy yo?
NARRADOR – Ellos
contestaron:
DISCÍPULOS – Unos que
Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de
los antiguos profetas.
NARRADOR – El les
preguntó:
JESÚS – Y ustedes,
¿quién dicen que soy yo?
NARRADOR – Pedro
tomó la palabra y dijo:
PEDRO – El Mesías
de Dios.
NARRADOR – Él les
prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:
JESÚS – El Hijo del hombre tiene que padecer mucho,
ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y
resucitar al tercer día.
NARRADOR – Y,
dirigiéndose a todos, dijo:
JESÚS – El que
quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y se
venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que
pierda su vida por mi causa, la salvará.
Pregunta 1
1. El evangelio de hoy parece una ‘encuesta de opinión’.
“¿Quién dice la gente que soy yo?”, pregunta Jesús.
Y los
discípulos respondieron: “Unos dicen que Juan el Bautista; otros que Elías;
otros que alguno de los profetas” (vv. 27-28).
Se ve que la
gente pensaba que Jesús era, eso sí, un Gran Hombre, como los grandes hombres
de su historia. Inclusive podría ser Elías, del que se había anunciado que
volvería 400 años después. Pero que no era el Mesías.
Para ellos
el Mesías, como sucesor de David, debía ser un guerrero o militar, que echaría
fuera al ejército romano, y colocaría a los judíos sobre todas las naciones.
Pero veían
que Jesús no se inclinaba por el poder y la fuerza del dinero y de la política.
De todas
formas, Jesús quiere aclarar este punto con sus discípulos, y por eso les
pregunta de nuevo: "¿Quién dicen ustedes que soy yo?"
Pedro se
convierte aquí en vocero de los apóstoles, y da la respuesta correcta.
-
“Tú eres el
Cristo, el Mesías”. (v. 29).
Mesías
significa “ungido.” Los judíos ungían a los sacerdotes, a los profetas, y a los
reyes. Jesús lleva los tres títulos, es sacerdote, profeta y rey.
Pregunta 2
2 ¿Y qué significa en la práctica ser Mesías?
Como
siempre, Jesús es muy exigente: no basta con que le proclamen como Mesías. Él
exige que se cumpla lo que Él dice: seguirle, imitar pasos. Y Jesús se los
detalla:
“El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que
ser condenado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas” (v. 31c). (Estos tres grupos
componen el Sanedrín, el cuerpo regidor del pueblo judío). “Tiene que ser
ejecutado y resucitar a los tres días”.
Al oír esto,
Pedro se echó para atrás y trató de que Jesús cambiara de posición.
Le ocurrió
lo que Esopo cuenta en su fábula El
cazador y el leñador.
<Un
cazador buscaba las huellas de un león en la selva. Y le preguntó a un leñador
que tumbaba robles, si él había visto cualquier huella del león o si conocía
dónde estaba su cueva. “¿Cómo no?”, le dijo el leñador: “Te llevaré al mismo
león”.
“Oh, no”,
respondió el cazador horrorizado, y tartamudeando le dijo:
“No te pedí
tanto. Sólo busco sus huellas, no el mismo león”.>
Nosotros
somos como este cazador. Proclamamos que amamos a Dios y al prójimo, pero
cuando hay que cumplir lo que esto exige, nos echamos para atrás. Hay que
acercarse al león y enfrentarlo para que la paz y la justicia prevalezcan. No
podemos dar marcha atrás. De lo contrario llega la noche y no se logró nada.
Te cuento
esta historia:
<Un joven llamó por teléfono al párroco para decirle que quería
hacerse miembro de la parroquia. Pero que no tenía intención ni de ir a Misa
todos los domingos ni de ser catequista ni de ser lector en la Misa ni de
visitar a los enfermos ni…
El sacerdote le alabó el deseo de hacerse miembro de la parroquia, pero
le dijo que la iglesia que buscaba se encontraba a las afueras de la ciudad. El
joven anotó la dirección y colgó. Cuando llegó a la dirección que el sacerdote
le había dado, encontró una iglesia abandonada y algunos edificios tapiados y
listos para ser destruidos.> (Félix Jiménez, escolapio).
El sacerdote
le quiso decir a aquel joven que no tenía ni idea de lo que significaba ser
cristiano.
“Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese
á sí mismo, tome su cruz, y sígame” (v. 34b).
Cuando Jesús
invita a seguirle, a afiliarse a su iglesia, invita a ponerse en camino, a
peregrinar. No los invita a un hotel maravilloso del mar Caribe.
Pregunta 3
3 ¿Qué significa cargar la cruz?
Al
escribirse este Evangelio, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos
eran condenados a cargar literalmente las cruces del martirio y allí perdían
sus vidas. Estas palabras de Jesús se refieren directamente a aquella situación.
Para salvar la vida, bastaba negar a Cristo.
Para muchos
cristianos hoy eso todavía es verdad. La persecución de cristianos continúa.
Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I. La lista de
naciones en las que los cristianos son perseguidos hoy de manera rutinaria es larga:
China, Corea del Norte, Camboya, Myanmar, Irak, Laos, Vietnam, Indonesia, Timor
del Este, India, Pakistán, Afganistán, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita,
etc, etc.
Pero las
palabras de Jesús ofrecen una gran promesa: el final del camino de un cristiano
no es la crucifixión, sino la resurrección. Es como en el deporte.
Pregunta 4
4 ¿Por qué se parece al deporte?
Los partidos
de fútbol no solo se ganan en el campo de juego, sino antes en el campo de
práctica. Para ser glorioso el día del partido, el atleta debe empujarse a si
mismo hasta el límite en el entrenamiento. El condicionamiento físico es
doloroso y agotador, pero el propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el
aburrimiento, sino la victoria.
Así es
también en el campo cristiano. La disciplina espiritual engendra victoria
espiritual.
Despedida
Les
invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí entenderemos con claridad
la identidad de Jesús, que no vino a la tierra a buscar honores, sino a sembrar
el amor a pesar de las cruces y con ellas.