Domingo Abril 28 de 2013
Por: José Martínez De Toda, S.J.
“Ámense los unos a los otros, como yo
les he amado.”
Juan 13, 31-35
El Evangelio
del domingo de hoy nos habla de algo que a todos nos gusta: el amor.
Escuchemos
lo que dice Jesús.
Lectura del santo evangelio
según San Juan
Juan 13, 31-35
NARRADOR –
Cuando salió Judas del cenáculo, Jesús dijo:
JESÚS –
Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará.
Hijos míos,
me queda poco por estar con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los
unos a los otros, como yo les he amado.
La señal por
la que conocerán que ustedes son discípulos míos, será que ustedes se amen unos
a otros.
Pregunta 1 – ¿Qué es
lo más llamativo en el evangelio de hoy?
Sin duda,
cuando dice Jesús: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros,
como yo les he amado”.
Esto lo dijo
Jesús varias veces en su vida. Pero hoy de una forma muy solemne, pues se está
despidiendo. Es su último mensaje, el más importante.
En la Última
Cena, Jesús espera a que Judas el traidor se vaya, y comienza a desahogarse
diciendo: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre”.
Pregunta 2 – ¿Qué
significa que el Hijo del Hombre es glorificado?
En sentido
bíblico, la ‘gloria’ pertenece sólo a Dios; es lo que lo distingue como Dios.
Por ejemplo,
la gloria de Dios se reveló en el Sinaí (Éxodo 24:16-17), cuando Él le dio a
Moisés las Tablas de la Ley con los 10 Mandamientos.
Ahora Jesús
tiene la gloria divina precisamente por obedecer al Padre, que le manda
renunciar a la gloria terrena y asumir la humillación y la muerte en cruz
(10:17-18) junto con la resurrección y ascensión. La gloria quedó revelada en
la cruz y en la tumba abierta y vacía.
Pregunta 3 – ¿Es bello
este Mandamiento del Amor?
<Una vez
un hombre preguntó: ¿Hay algo más hermoso en la vida que un muchacho y una
muchacha, agarrados de la mano y de corazón puro, que caminan hacia el
matrimonio?
Y una madre
contestó:
-
Sí, hay algo más hermoso. Es la visión de un hombre y
una mujer ancianos haciendo su viaje final juntos. Sus manos débiles pero
todavía unidas, sus caras arrugadas pero todavía radiantes, sus corazones
cansados pero todavía amándose.>
Los dos
amores son muy bellos: el amor joven y el amor viejo, el amor de siempre.
Pero Jesús
amplía esta belleza del amor. Y nos presenta no sólo el amor de pareja, sino el
amor universal, que llega a todos, incluso hasta a los enemigos.
Esto es lo
novedoso de Jesús. Jesús es el profeta del amor. Nadie ha predicado tanto el
amor como Jesús. Es su distintivo. Por eso tiene tantos seguidores en todos los
tiempos. Él supera a todos.
Pregunta 4 – ¿Y en la
Biblia se ve esta novedad?
Algo de este
tipo de amor se menciona en el Antiguo Testamento, pero muy pocas veces: “Ama
al prójimo y al extranjero como a ti mismo” (Levítico 19:18, 19:34).
Pero el amor
cristiano va más allá:
–
Primero, Jesús nos manda amar aun a los enemigos
(Mateo 5, 43-48).
–
Segundo, Jesús nos manda tener un amor de servicio
humilde, hasta llegar a lavar los pies de los demás (13:1-20). Lo nuevo es amar
"como Yo os he amado", es decir, sin condiciones, sin reservas, sin
fronteras, sin protección, hasta la muerte en cruz, con el corazón perforado,
con las manos clavadas, en la cama de la cruz.
“Nadie tiene
mayor amor que el que da la vida por sus amigos.”
Una vez Pedro le preguntó a Jesús: “¿Cuántas veces tengo que perdonar:
hasta siete veces?”. Jesús le respondió: “Hasta 70 veces siete”, es decir, siempre.
–
Tercero, este nuevo mandamiento inaugura una nueva
Alianza con Dios (Jeremías 31:31-34). La antigua Alianza era obedecer al Torá.
La nueva Alianza es amar a todos.
–
Cuarto,
este nuevo mandamiento es positivo y abierto. Muchas leyes del Antiguo
Testamento tenían una formulación negativa: “No matar, no robar”, aunque en él
predomina la afirmación de la vida y del fruto del trabajo, que es lo más
positivo del mundo. Jesús dice de frente: “Ama”. Eso incluye lo que prescribía
el Antiguo Testamento y lo lleva más allá. Hace del amor un amor sin límites. Y
con una preferencia para los más necesitados.
Pregunta 5 – ¿No
debería ser esto lo que nos caracteriza a los cristianos?
Jesús nos lo
dice: "La señal por la que conocerán que ustedes son discípulos míos es
que se amen unos a otros". Y así, de los primeros cristianos los paganos
decían:
"Miren
cómo se aman". (Tertuliano, Apología).
<Una vez
un famoso pintor perdió su pasaporte en Europa. Al llegar a la frontera, le
explicó al guardia fronterizo que acababa de perderlo, pero que se llamaba
“Paul Gustave Dore”, un pintor muy reconocido. El guardia no se fiaba, y le
replicó que muchos intentaban pasar la frontera con falsos nombres. El pintor
insistió. Y el guardia le dijo:
-
“OK, pruébeme que usted es ese famoso pintor. Ahí
tiene varios campesinos. Dibújelos”.
El pintor lo
hizo tan bien y tan rápido, que el guardia ahora sí le creyó. Su dibujo
confirmó su identidad.>
La identidad
cristiana es amarnos.
Dicen que si
un cataclismo quemara toda la Biblia, y quedara sólo una página sin quemarse,
con una cita que resuma toda la Biblia, esa cita debería decir que Dios es
amor, un amor que se verifica en el amor al prójimo.
Pregunta 6 –
¿Cumplimos los cristianos de hoy con este amor?
Aquí es
donde fallamos nosotros. Lo proclamamos, pero no lo cumplimos.
<Al gran
Mahatma Gandhi le preguntaron una vez qué pensaba él del cristianismo.
Tengo un
gran respeto por el cristianismo. Leo con frecuencia el Sermón de la Montaña y
he aprendido mucho de él. No conozco a nadie que haya hecho más por la
humanidad que Jesús. De hecho, no hay ningún error en el cristianismo. El
problema son los cristianos.
-Ustedes no
viven según sus enseñanzas.>
Y Jesús les
dirá a sus discípulos que se amen unos a otros, pero antes Él se lo dice con su
ejemplo.
S. Francisco
de Asís decía a sus frailes: "Prediquen el evangelio siempre, y, si hace
falta, usen las palabras." Lo importante es ponerlo en práctica.
Despedida
Les
invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor. Ahí aprenderemos lo que es el
verdadero amor: el verdadero amor del que es fiel en el anuncio del Reino de
Dios, de su bondad misericordiosa, hasta llegar a morir por nosotros en la
cruz, y a quedarse con nosotros en la Eucaristía.