Por Jorge Humberto Peláez S.J.
1. Evangelio: Mateo 21, 28-32
2. El argumento de la parábola que la liturgia de hoy propone a nuestra consideración es muy simple: un padre que pide a sus dos hijos que colaboren en las tareas propias del negocio familiar. La respuesta diferente de los hijos es motivo de reflexión porque muestra que los seres humanos tenemos incoherencias o desajustes entre lo que decimos y lo que hacemos, entre las intenciones que manifestamos y las realizaciones concretas; en los diversos ámbitos de la actividad diaria – en la familia, en el lugar de trabajo – encontramos dos comportamientos claramente diferenciados:
a. Por una parte, están aquellos que dan respuesta positiva a la solicitud o invitación que se les hace, pero finalmente no salen con nada.
b. Y también están aquellos que expresan un rechazo inicial, pero a la postre hacen el servicio.
3. Los invito a que profundicemos en las motivaciones que conducen a estas dos maneras de comportarse, en las que las intenciones y las acciones no concuerdan; en un primer momento, hagámoslo en una perspectiva puramente humana, para después hacerlo desde la perspectiva de la fe.
4. En primer lugar, exploremos el mundo de los que inicialmente expresan la intención de hacer algo o de colaborar en una actividad particular, pero finalmente permanecen con los brazos cruzados. ¿Por qué actúan de esa manera?
a. Algunos se comportan así porque quieren quedar bien y proyectar una imagen positiva, aunque después no haya resultados para mostrar. Quiero ilustrar esto con un ejemplo: Cuando se organizan actividades para recoger fondos con destino a una obra filantrópica, algunas personas naturales o jurídicas anuncian, con bombos y platillos, su millonaria donación; pero cuando se va a hacer efectiva la donación ¡el cheque no tiene fondos!
b. Otros tienen la intención de participar, pero la pereza termina venciéndolos; su fuerza de voluntad es débil y siempre encuentran alguna disculpa (el clima, algún malestar pasajero, acompañar a los abuelos, etc.) Su entusiasmo inicial dura poco.
c. Finalmente, están aquellos que desisten de la decisión tomada al darse cuenta de las implicaciones que tiene y de las incomodidades que deben asumir.
5. Ahora los invito a explorar el mundo de los que expresan un rechazo inicial pero, finalmente, hacen la tarea. ¿Qué motivos los llevan a cambiar?
a. Unos superan el rechazo por temor a las consecuencias; temen que su negativa pueda causar daños económicos o el deterioro de una relación que se quiere conservar en los mejores términos; por eso terminan haciendo lo que el otro les había pedido.
b. Hay quienes cambian el NO inicial en razón del compromiso afectivo que existe con la otra persona. Ven que los lazos afectivos existentes no permiten negarse a colaborar.
c. Finalmente, hay quienes superan el bloqueo que los llevó a dar respuesta negativa movidos por los valores éticos; perciben la importancia que tendrá su aporte y, por sentido de la responsabilidad, hacen la tarea.
6. Hasta el momento hemos analizado, desde una óptica puramente humana, las inconsistencias de los seres humanos que unas veces decimos “NO PERO SÍ”, y otras veces decimos “SÍ PERO NO”…
7. ¿Qué lectura podemos hacer desde la fe? La pregunta que aparece en la parábola de hoy es muy ilustrativa: “¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad de su padre? Ellos respondieron: Pues el primero (es decir, el que inicialmente se negó a trabajar en el campo, pero finalmente lo hizo)”. Lo que el relato evangélico subraya es el cambio en el comportamiento del hijo, su arrepentimiento.
8. Los seres humanos somos inestables y muchas veces tomamos decisiones equivocadas motivados por las simpatías o antipatías, por las filias o las fobias. Así somos. Lo importante es tener la honestidad de reconocer nuestros errores e introducir los ajustes que sean necesarios; en el mundo empresarial, los ajustes o cambios de rumbo son resultado de la evaluación continua que se va haciendo de las cifras de la organización; en los seguidores de Jesucristo, los ajustes o cambios de rumbo tienen un significado teológico muy hondo, pues hablamos de conversión.
9. Teniendo como telón de fondo esta parábola de los dos hijos a quienes su padre invita a trabajar en el cultivo familiar, pidámosle a Dios que nos ayude a ser coherentes entre las buenas intenciones que manifestamos de palabra y lo que realmente hacemos; pidamos la humildad para reconocer las decisiones equivocadas que hayamos tomado y que tengamos el valor de cambiar. En pocas palabras, pidamos la gracia de la conversión que tanto necesitamos.