Homilía Dominical
Febrero 17 de 2013
Por: José Martínez De Toda, S.J.
"No sólo de pan vive el
hombre"
(Lc 4, 1-13)
Guión para
radio:
Moderador: Buenos días. Estamos aquí en el Estudio…
(Se presentan los participantes).
El Evangelio del domingo de hoy presenta un debate
entre Jesús y el diablo. Son las famosas Tentaciones de Jesús. Escuchémoslo.
Lectura
del santo evangelio según San Lucas
(Lc 4, 1-13)
NARRADOR – En aquel tiempo Jesús, lleno del Espíritu Santo,
volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el
desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin
comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:
DIABLO – "Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra
que se convierta en pan".
NARRADOR – Jesús le contestó:
JESÚS – "Está escrito: "No sólo de pan vive el
hombre".
NARRADOR – Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró
en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
DIABLO – "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque
a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de
mí, todo será tuyo".
NARRADOR – Jesús le contestó:
JESÚS – "Está escrito: "Al Señor, tu Dios,
adorarás y a Él sólo darás culto".
NARRADOR – Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero
del templo y le dijo:
DIABLO – "Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de Ti", y
también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las
piedras".
NARRADOR – Jesús le contestó:
JESÚS – "Está mandado: "No tentarás al Señor, tu
Dios".
NARRADOR – Completadas las tentaciones, el demonio se marchó
hasta otra ocasión.
Pregunta 1
Este
evangelio asusta: Jesús y el diablo frente a frente. ¿Qué pasó en realidad?
El relato evangélico de las tentaciones en el desierto
no debe ser leído como una narración histórica, sino como un esquema teológico
y un resumen, en tres momentos, de
las principales pruebas que Jesús tuvo que superar a lo largo de toda su vida.
Según el evangelista Marcos, el Espíritu empuja a
Jesús al desierto. La vida de Jesús no va a ser un camino de éxito fácil; más
bien le esperan pruebas, crisis, inseguridad y amenazas. Jesús necesita hablar
con el Padre.
Y el «desierto» es el mejor lugar para escuchar, en
silencio y soledad, la voz de Dios.
Hoy día el cristianismo está viviendo momentos
difíciles... Tenemos crisis,
secularización, abandono de prácticas religiosas. ¿No será Dios quien nos
está empujando a este desierto? ¿No necesitábamos algo de esto para liberarnos
de tanta vanagloria, poder mundano,
vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos?...
Sólo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones (Pagola).
Estamos rodeados de tentaciones desde Adán y Eva.
Pregunta 2
¿Cuál fue la
primera tentación?
El tentador ve a Jesús hambriento, y le dice: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en pan.”
Jesús responde al diablo: Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.” Como diciendo:
“El alimento es importante, pero es
más importante obedecer la palabra de Dios.” Y parte de la palabra de Dios es no aprovecharse de su poder para
hacerse milagros, saciar su hambre y vivir cómodamente a cuenta de ellos: como
el hijo de papá, que usa el carro de su padre para cualquier cosa.
Es la tentación
del cuerpo, del hambre, del poder.
Le dice Hijo de Dios, aludiendo a aquella voz de Dios
Padre en su Bautismo:
“Éste es mi
Hijo”. El diablo le quiere hacer
dudar, y le reta a que demuestre su divinidad.
Pero para Jesús, ser Hijo no tiene nada que ver con
vivir cómodamente a cuenta de sus milagros.
Más bien, ser Hijo es fiarse de Dios y de su Palabra incondicionalmente. En el evangelio
de Juan (4,34), Jesús les dice a sus discípulos: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y realizar
su obra”. Es decir, no le alimenta alardear ni hacer valer sus derechos. No
“le engorda” ser poderoso.
Pregunta 3
¿Por qué es
más importante la Palabra de Dios?
Porque esa Palabra de Dios no habla de egoísmo, sino
de amor, de servicio al prójimo, de fidelidad, de valores que no se marchitan,
de preocuparse por otros y menos por sí
mismo. Por ejemplo, Jesús multiplicó los panes, pero fue para alimentar a
los hambrientos.
Por cierto, las tentaciones que tientan más no son las
grandes, sino las que vienen envueltas en un lenguaje que suena obvio:
convertir la piedra en pan, simplemente porque tengo hambre y lo puedo hacer.
Pregunta 4
‘Cuál es la
segunda tentación?
La tentación
de la soberbia: El diablo lleva a
Jesús a las almenas del templo de
Jerusalén.
Abajo está la multitud. El diablo le susurra a Jesús:
“¡Qué momento tan bueno para presentarte ante todo el pueblo como Mesías! Así apareces ante todos a lo grande, a lo espectacular, como caído del cielo.
Échate. Y descenderás sobre ellos suavemente. Vienes a salvar el mundo. Así
rápidamente podrás conseguir muchos seguidores”.
Pero la estrategia de Jesús para llevar adelante su
misión es distinta: humildad, vivir con
la gente, hablar con ella, decirle que Dios es su Padre, que Dios es amor.
Él repetirá: “Ámense
los unos a los otros. Sean humildes, no
jactanciosos, porque la soberbia lleva a todos los males. El que quiera venir
en pos de mí, que se niegue a sí mismo”. No usa recursos psicológicos
impulsivos, que disminuyen la libertad y el raciocinio. Jesús deja a la gente
en libertad. ‘El fin no justifica los medios’. Y Jesús le respondió al diablo:
“No tentarás
al Señor, tu Dios” (Deuteronomio
6,16).
Pregunta 5
¿Y cuál es
la última tentación?
La tentación
de la riqueza: el diablo lo sube a un
monte muy alto, y le muestra todos los
reinos del mundo, sus ejércitos, su poder, sus riquezas, sus monumentos.
Y le dice: “Todo esto te daré, si me adoras”.
Pero Jesús se presenta soberanamente libre, íntegro e
insobornable. Jesús responde: “Vete,
Satanás, que escrito está: Al Señor tu Dios adorarás y á él solo servirás”.
Y he aquí que los ángeles
llegaron y le servían.
Pregunta 6
Entonces, ¿son dos caminos distintos: el de Jesús y el
del mundo?
San Ignacio de Loyola pinta muy claramente estos dos
caminos contrapuestos en sus “Ejercicios
Espirituales” en la meditación de “Las dos Banderas”: la de Jesús y la del
diablo (EE., 136-147).
El camino del mundo tiene tres pasos que nos enredan y
nos deshumanizan: codicia de riqueza, búsqueda de honores y “crecida soberbia”,
de la cual pueden venir todos los males. “La raíz de todos los males es el afán
del dinero” (1 Timoteo 6,10).
El camino de Cristo, en cambio, es precisamente todo
lo contrario:
Primero, la
pobreza (o austeridad). Segundo, aceptar
las humillaciones. Y, por fin, la
humildad, que es la mejor disposición para todos los bienes, como el
servicio y el amor.
Pregunta 7
Comenzamos
la Cuaresma el pasado Miércoles de Ceniza. ¿Qué es la Cuaresma?
Tres pasos:
1. Arrepentimiento.
2. Cambio.
3. Seguir a Jesús.
La Cuaresma es un período de 40 días para examinarnos
si somos víctimas de las Tentaciones, que Jesús superó.
Es un tiempo
de conversión a los valores
auténticamente humanos y cristianos.
La Cuaresma es el tiempo de cambiarme a mí, para
cambiar este mundo de maldad.
La Cuaresma
es como una vacuna. El niño tiene
miedo a la aguja, porque no sabe que ese pinchazo le va a evitar muchas
enfermedades. Nosotros estamos rodeados de antivalores y virus: a través de los
Medios de Comunicación Social, de los egoísmos de la economía y de la política,
etc.
Un periódico hizo esta pregunta a sus lectores:
"¿Cuál es la causa de que haya tanto mal en el mundo?" Hubo miles de
respuestas. G. K. Chesterton contestó:
"Soy yo".
Despedida
Les invitamos a la Eucaristía, sacramento del amor.
Venimos a la Misa, para cambiarnos, para cambiar las cosas, para ser
diferentes. Las Lecturas hablan de la lucha entre el Bien y el Mal, entre Jesús
y el Diablo, entre nosotros y el Diablo. La fuerza para vencer nos viene de la
Eucaristía, de Cristo, que es nuestro alimento.