Homilía Dominical
Marzo 03 de 2013
Por: Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
¿Qué frutos espera Dios
de nosotros?
• El
acontecimiento central que vive la Iglesia Católica es la renuncia de Benedicto
XVI, la declaratoria de Sede Vacante y los preparativos para el Cónclave que
elegirá al nuevo Sucesor del apóstol Pedro:
- El Papa nos ha dado una impactante lección de humildad, desapego al poder y pragmatismo; lecciones profundas de las cuales deberíamos tomar atenta nota.
- Escándalos, ambiciones. Recordemos que la Iglesia es, al mismo tiempo, pecadora y santa, humana y divina. En cuanto está formada por seres humanos, no es ajena a los bajos instintos y miserias que anidan en nuestros corazones; en cuanto ha sido fundada por Cristo, cuenta con el acompañamiento del Espíritu Santo, y la eficacia de la proclamación de la Palaba de Dios y la comunicación de la gracia están por encima de los juegos de poder.
- Debemos orar para que sea escogido el mejor candidato, de manera que pueda guiar a la Iglesia a través de las turbulentas aguas de la cultura contemporánea.
• Vayamos ahora
al texto del evangelista Lucas que acabamos de escuchar, la parábola de la
higuera. Recordemos que el lenguaje que utiliza Jesús refleja su entorno
cultural, que era el de una sociedad cuya economía giraba en torno de las
actividades del campo. Esta imagen de la higuera y de la cosecha que el
agricultor espera recoger, nos invita a reflexionar sobre los frutos que la
sociedad y Dios esperan de cada uno de nosotros.
• Muchas veces
no somos conscientes de los beneficios recibidos, y nos parece lo más natural
ser lo que somos y tener lo que tenemos. La persona que no es capaz de
reconocer los dones recibidos, no agradece; y tampoco manifiesta sentido de la
responsabilidad sobre el uso que debe hacer de ese capital de cualidades y
oportunidades que se le ha confiado. A este propósito, las dos primeras
lecturas de la liturgia de este domingo se refieren a los dones que hemos
recibido de Dios:
- En la primera lectura, tomada del libro del Éxodo, Yahvé se manifiesta a Moisés y le dice que ha escuchado las oraciones y súplicas del pueblo, y que ha decidido liberarlo de la esclavitud. Esta experiencia de liberación será la columna vertebral de la vida religiosa y social del pueblo de Israel.
- En su primera Carta a los Corintios, Pablo recuerda a esta comunidad la experiencia de liberación que vivieron sus antepasados, y los motiva para que no se aparten del camino del Señor.
• Teniendo como
punto de referencia estos dos textos bíblicos, ¿qué nos dice esta parábola de
la higuera y de los frutos esperados? Empecemos por reconocer que todo lo que
somos y tenemos es don de Dios. Muchas veces el éxito social y los buenos
resultados económicos nos enceguecen y creemos que nos merecemos la buena
fortuna. Sin embargo, las aparentes seguridades materiales se derrumban
fácilmente con un accidente de tráfico o con el diagnóstico de una enfermedad
grave o con un negocio que termina mal. ¡Nada nos pertenece! ¡Todo lo tenemos
prestado! ¡De todo hemos de rendir cuentas!
• ¿Qué espera
Dios de nosotros? ¿Cuáles son los frutos que espera que demos?
- Si tomamos conciencia de que nada nos pertenece por méritos propios sino que es regalo de Dios, siempre tendremos a flor de labio una plegaria de acción de gracias por el don de la vida, por la familia que tenemos, por los amigos que nos rodean; cada uno de nosotros tiene muy claro el inventario de realidades hermosas que nos han acompañado en todos estos años.
- Esta toma de conciencia de la vida como un regalo de Dios, generará en cada uno de nosotros una dinámica de búsqueda continua de la voluntad de Dios. Por eso es importante que no caigamos en la trampa de la rutina, creyendo que todo lo hacemos bien. Por el contrario, cada día debemos preguntarnos ¿cómo puedo mejorar la comunicación en mi familia?, ¿cómo puedo ser cada día mejor sacerdote?, como profesional, ¿cómo puedo ofrecer un mejor servicio a mis clientes?, ¿qué iniciativas puedo apoyar para mejorar la calidad de vida en el condominio o en el barrio o en mi ciudad?, ¿cómo puedo asumir con mayor coherencia los compromisos de mi fe en Jesucristo?
• Es hora de terminar nuestra meditación dominical.
Oremos por las deliberaciones del próximo Cónclave, de manera que los
Cardenales escojan al candidato más idóneo como guía de la Iglesia universal.
Que la imagen de esta higuera que no produce los frutos esperados y que, por
tanto, va a ser cortada, sacuda nuestra mediocridad y cambiemos nuestro
comportamiento.
LECTURA DEL
SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN
LUCAS
En
cierta ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya
sangre derramó Pilatos con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les
contestó: ¿Piensan ustedes que esos galileos eran más pecadores que los demás
galileos, porque acabaron así? Les digo que no; y si ustedes no se convierten,
todos perecerán lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la
torre de Siloé, ¿piensan ustedes que eran más culpables que los demás
habitantes de Jerusalén?
Les
digo que no; y si ustedes no se convierten, todos perecerán de la misma manera.
Y les dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, fue
a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya
ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo
encuentro. Córtala. ¿Para qué va
a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala
todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto.
Si no, la cortas" (Lucas 13, 1-9).