Homilía Dominical
18 de Agosto de 2013
Por: José Martínez de Toda, S.J.
“He venido a prender fuego
en el mundo”
(Lc 12, 49 – 53)
Moderador:
El Evangelio del domingo de
hoy trae frases de Jesús, que suenan muy fuertes, y hay que entender en qué
sentido las dijo. Escuchémoslo.
Lectura del santo evangelio
según San Lucas
(Lc 12, 49 – 53)
NARRADOR:
En aquel tiempo dijo Jesús
a sus discípulos:
JESÚS
He venido a prender fuego en
el mundo; ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y
qué angustia hasta que se cumpla! ¿Piensan que he venido a traer al mundo la
paz? No, sino división.
En adelante, una familia de
cinco estará dividida; tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la
hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Pregunta 1
Jesús en este evangelio es
exigente, celoso y provocador. ¿Qué le preocupa?
Le preocupa el fracaso del
plan divino sobre la humanidad.
En el Antiguo Testamento
Dios se escogió un pueblo – Israel – para que fuera como modelo de la
humanidad. Quería que tuviera la justicia como norma de vida y así aniquilara
la injusticia dentro del ser humano y en las estructuras de la sociedad.
Pero Israel no fue fiel a
esta vocación.
Por eso el planteamiento de
Jesús es muy distinto.
Pregunta 2
¿En qué se distingue el
planteamiento de Jesús?
Él predica el amor, la
solidaridad, el respeto, la atención a los más necesitados, y anima a
destruir el deseo de dominar a los demás.
Con esto todos los poderes
judíos se veían directamente amenazados, afectados y cuestionados por los
planteamientos de Jesús.
Así que, no es que Jesús
provoque o declare la guerra, sino que su mensaje es signo de contradicción:
es buena noticia para los pobres y mala noticia para los explotadores, para
quienes dominan, y para los que abusan de su poder; más bien, son éstos los
que empuñan la espada y matan a Jesús y sus seguidores (cfr. Ex 5, 21).
Pregunta 3
Con la frase "Fuego
vine a traer a la tierra y qué quiero sino que arda", ¿qué nos quiere
decir Jesús?
El fuego tiene varios
significados positivos:
Primero:
El
fuego simboliza el entusiasmo con que hablamos y actuamos. El entusiasmo es “un
fuego que enciende otros fuegos”. Uno desea que el
Espíritu arda y brille en el corazón de todo creyente.
Segundo:
Necesitamos el fuego del
Espíritu para quemar todo lo que nos estorba, y para liberarnos de todo lo que
nos ata a la basura de este mundo. Por eso Juan Bautista dijo que el Mesías
“les bautizará en Espíritu Santo y fuego” (3:16).
Pregunta 4
Así que el fuego también
sirve para la destrucción...
Pero Jesús nunca quiso el
fuego de la destrucción. Por ejemplo, Santiago y Juan querían hacer caer
fuego del cielo sobre los samaritanos, que rechazaron a Jesús, y no querían
que entrara en su pueblo; pero Jesús no se lo permitió (9:54).
Pregunta 5
También habla Jesús del
bautismo, que tiene que recibir. ¿De qué bautismo habla?
Es una referencia encubierta
a su muerte. Así ocurrió también cuando Santiago y Juan le pidieron a Jesús
sentarse a su derecha e izquierda en el reino. En aquella oportunidad Jesús
les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber del cáliz que yo bebo, o ser
bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?” (Marcos, 10:38).
“Bautizo”
en su sentido original es sumergirse; y esa inmersión representa la muerte. El
cáliz y el bautizo son metáforas que indican el sufrimiento y la muerte de
Jesús.

Pregunta 6
¿Siente Jesús miedo ante lo
que le espera?
Así lo expresa Él mismo:
“Y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla ese bautizo!”.
Estas son palabras fuertes
de un hombre comprometido con una misión difícil, y angustiado por lo que
puede ocurrir de inmediato. He aquí algunos ejemplos parecidos:

- Es lo que siente un soldado
antes de entrar en batalla.
- O un policía cuando va a
enfrentar a unos narcos, bandidos o secuestradores,
- O un paciente esperando el
momento de su operación.
Ésta es la angustia de
Jesús, cuando en el Monte de los Olivos, ve su sudor “como grandes gotas de
sangre que caían hasta la tierra” (22:44).
Pregunta 7
También dice Jesús que ha
venido a traer división. ¿Qué trae Jesús: paz o guerra?
No es una guerra contra
otras personas, sino una guerra contra el mal, contra el pecado y la
corrupción. Es una guerra sin sangre ni represión.
Es una guerra, por ejemplo,
contra los Siete Pecados Capitales:
Orgullo,
codicia,
lujuria,
ira,
glotonería,
envidia,
pereza.
A estos males podemos
añadir la madre de todos ellos: la injusticia, fruto del egoísmo.
Esta guerra trae
consecuencias graves, hasta entre amigos y familiares: enemistades,
persecución, muertes...
“Porque estarán cinco en
una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres” (v. 52).
¡La palabra “división”
perturba! Hasta las familias serán divididas a causa de Jesús.
Porque el amor verdadero
elige luchar a favor de los más débiles, y esto puede traer discriminación y
persecución por parte de los poderosos.
Muchos de los primeros en
este mundo serán los últimos en el reino de Dios (13:30), pues perseguirán a
los buscadores de la justicia y del respeto a los débiles.
Eso le pasó primero a
Jesús. A lo largo de su ministerio Jesús experimenta conflicto, culminando
con la cruz. Ya Simeón predijo este conflicto cuando Jesús era todavía un
infante.
Simeón le dijo a María: “He aquí que éste
tu hijo es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel. Y una
espada traspasará tu alma de ti misma” (Lucas 2:34-35).
Pregunta 8
¿Y pasa eso también hoy
día?
Eso le está pasando a
muchos de nuestro tiempo: a los seis Jesuitas asesinados de El Salvador, al
jesuita Vicente Cañas y a la Hna. Dorothy Stang asesinados por defender los
derechos de los indígenas de la Amazonia.
La fidelidad a Jesús ha de
superar cualquier otra fidelidad, incluso la familiar; porque, lejos de
discriminar, dará su verdadero sentido a todas las demás fidelidades.
Despedida
Les invitamos a la
Eucaristía, sacramento del amor. Ahí Jesús nos consuela por los sufrimientos
que tenemos al cumplir con nuestro deber. Y nos anima a ser “fuegos que
encienden otros fuegos”, el fuego del entusiasmo
por seguir e imitar a Jesús, que nos dice:
“¡Ámense
los unos a los otros!”.