Final De Los Tiempos

viernes, 4 de mayo de 2012

HOMILIA DOMINGO 6 DE MAYO DE 2012


Por Jorge Humberto Peláez S.J.

1. Lecturas:
a. Hechos de los Apóstoles 9, 26-31
b. 1ra. Carta de san Juan 3, 18-24
c. Juan 15, 1-8

2. “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador”. Con estas palabras, el evangelista Juan introduce un texto en el cual se destacan la delicadeza de las imágenes empleadas y la profundidad mística de su contenido. A partir de una hermosa escena tomada de la vida del campo, el evangelista nos descubre el tipo de relación que Dios ha querido establecer con nosotros por medio de su Hijo encarnado.

3. Cuando meditamos en el alcance del mensaje comunicado a través de la sugestiva imagen de la vid y los sarmientos, nos sentimos sobrecogidos. Dios nos está diciendo que la Pascua de Jesucristo ha permitido que sucediera lo inimaginable, que se unieran extremos que, desde la lógica humana, parecían absolutamente contrastantes y lejanos: Dios que es la plenitud del ser y las limitaciones humanas, el Creador y la creatura, la santidad infinita y el pecado. Los extremos, que parecían irreconciliables, se unen en el Señor resucitado: el Señor es la vid verdadera, nosotros somos los sarmientos y el Padre es el viñador. A través de esta hermosa imagen campesina, Dios nos revela el tipo de relación que quiere construir con cada uno de nosotros a través de la comunidad.

4. Conectemos este expresivo texto sobre la vid y los sarmientos con los sacramentos de la Iglesia. Por las aguas del bautismo participamos de la Pascua del Señor, y entramos a formar parte de la comunidad de fe. Empezamos a nutrirnos de esa savia que es la gracia divina. Los bautizados son los sarmientos de la vid verdadera. Por eso la dinámica de la vida cristiana es ir fortaleciendo la unión con Dios de manera que los valores evangélicos estén presentes en todas nuestras actuaciones; en el lenguaje del evangelista Juan, que demos frutos.

5. Ahora bien, el camino de la vida cristiana está lleno de trampas mortales, pues el pecado acecha en todas partes, no solo en el interior de nuestros corazones sino también en las estructuras sociales... Innumerables fuerzas confabulan para que los sarmientos se separen de la vid.

6. La imagen de la vid y los sarmientos que deben dar fruto nos está gritando que la fe cristiana es mucho más que un sentimiento espiritual o una emoción estética; la fe que el Señor pide debe dar frutos de compromiso con los hermanos.

7. Este relato del evangelista Juan tiene, como concepto central, el verbo PERMANECER; se repite siete veces. ¿Qué nos dice este verbo, que aparece con tanta insistencia? Describe la solidez que debe tener nuestra relación con Dios, la cual no puede ser “de tiempo parcial”, manifestándose unas veces y otras ocultándose, a merced de los caprichos momentáneos y de los intereses cambiantes. La identidad cristiana debe dejar una huella inconfundible en la vida familiar, en la manera como interactuamos con los demás, en la calidad de los servicios profesionales que ofrecemos, en la transparencia de los negocios que hacemos, etc. El verbo PERMANECER subraya la coherencia entre lo que confesamos con las palabras y las acciones que realizamos.

8. Cuando leemos los libros del Antiguo Testamento, nos sorprende la terrible inestabilidad del pueblo escogido que, a pesar de las especialísimas muestras de afecto y predilección que continuamente recibía de Yahvé, con frecuencia murmuraba contra Dios y sus dirigentes, y en repetidas ocasiones se apartó de la fe en un solo Dios para rendir culto a los dioses de los pueblos vecinos. A pesar de esa tormentosa historia de infidelidades, el Dios de la Alianza es el siempre fiel, y espera que el pueblo recupere su ruta. Es el llamado a la conversión que resuena con tanta fuerza en la predicación de los profetas y en la proclamación del Reino de Dios.

9. El evangelio de hoy termina con una motivación que nos llena de entusiasmo: “La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto”. Dios quiere nuestra felicidad, que desarrollemos al máximo nuestras cualidades, que nuestro proyecto le apunte a los valores consistentes y que no dilapidemos la existencia por caminos que solo conducen a la vaciedad y al sin sentido.

10. Que esta inspiradora imagen de la vid y los sarmientos, cuyo mensaje se sintetiza en el verbo PERMANECER, nos ayude a desarrollar una vigorosa espiritualidad que se nutre de la oración y de la participación en la vida sacramental de la Iglesia, y que produce frutos abundantes al servicio de la comunidad.