Tomado De Catholic.net
Alégrate,
Reina del Cielo, ¡aleluya!
Madre y Reina, tú nos diste a tu hijo, el autor de
la vida, y con Él entregaste al género humano los tesoros de la salvación
María
fue sin duda, una mujer llena de profunda alegría, una alegría interior, que le
brotaba por su gran fe, su incondicionalidad a los designios de Dios y por
supuesto, a su maternidad. La alegría de María la lleva incluso con las cruces
de su vida, ya que sabe que éstas tienen un sentido y las acepta para
ofrecérselas al Señor y colaborar con Él en la redención del mundo (cf
María, camino de perfección, de Santiago Martín).
María,
alegre también por vernos a todos nosotros, sus hijos, caminando hacia Cristo y
alegre cuando le oramos pidiendo su intercesión en nuestro camino a la
santidad.
Mayo
es un buen momento para mostrarle con una sencilla flor, nuestro amor y
agradecimiento, a ella que está siempre atenta a nuestras necesidades, a ella que
con su corazón de madre conoce nuestras debilidades, sufrimientos y alegrías y
nos acoge con infinito amor.