Homilía Dominical
Noviembre
11 de 2012
Por: Jorge
Humberto Peláez Piedrahita, S.J.
• Lecturas:
- I Libro de los Reyes 17, 10-16
- Carta a los Hebreos 9, 24-28
- Marcos 12, 38-44
• Centraremos nuestra meditación dominical en el
personaje que aparece en la segunda parte del relato evangélico que acabamos de
escuchar, la viuda que da una limosna en el Templo de Jerusalén. La historia
narrada por el evangelista es muy simple, pues nos cuenta la admiración
expresada por Jesús ante la generosidad de una mujer pobre. Nada especial. Pero
cuando realizamos una lectura más cuidadosa del texto, descubrimos unas vetas
insospechadas que nos invitan a analizar, de manera diferente, las personas y
los acontecimientos.
• Jesús es un penetrante observador de lo que sucede a su
alrededor. Al entrar en el Templo, identifica dos tipos de visitantes: Por una
parte, están los personajes importantes, que llaman la atención por las
vestimentas que llevan, el séquito que los acompaña y por los cuantiosos
aportes que hacen a los sacerdotes; están allí para ser vistos; que la gente
comente en voz baja su nombre y que hablen de la cantidad de dinero que
entregaron. Y están los otros, la masa anónima de los que entran y salen, que
pasan desapercibidos.
• Jesús no presta atención a los importantes; para Él,
los protagonistas sociales carecen de interés. Su mirada se dirige a la viuda
que entrega unas pocas monedas. ¿Qué nos está diciendo esta mirada diferente de
Jesús? Jesús nos enseña a leer los acontecimientos, no como lo hacen las
periodistas, que persiguen a los ricos y famosos. Para Jesús, los protagonistas
son otros: los pobres, los seres anónimos que silenciosamente cumplen sus
deberes y pasan en puntillas por la vida, invisibles para la sociedad pero no
para Dios.
• Esta mirada diferente de Jesús nos motiva a ir más allá
de las apariencias para descubrir en ese ser humano común y corriente la
riqueza de su mundo interior, valorar sus luchas, aprender de su sabiduría. En
este momento recordemos a esas personas que están presentes en nuestra vida
diaria proporcionándonos bienestar, y a quienes prestamos poca atención: el
vigilante del parqueadero, la señora que nos lleva el café a la oficina, el
mensajero; muchas veces desconocemos su apellido e ignoramos casi todo sobre su
vida personal…
• En este sencillo relato de la viuda del Templo, aprendemos
a valorar, no desde los reflectores de la fama, sino desde la profundidad de
los valores humanos.
• Los invito a que continuemos esta lectura reposada del
texto del evangelista Marcos. También descubrimos que Jesús no se deja
deslumbrar por la magnitud del aporte; no cae bajo el hechizo de la cantidad;
lo que impresiona a Jesús es el significado de la limosna de esta mujer, pues
no dio lo que le sobraba sino todo lo que tenía para vivir.
• No sucumbamos ante el brillo del lujo ni ante el precio
de los productos de marca; Jesús nos invita a descubrir el valor de lo simple,
de lo pequeño, de lo cotidiano; lo que aparentemente se ve como insignificante
– dos monedas de baja denominación -, puede expresar realidades muy profundas.
Para nuestra sociedad de consumo, que presenta como modelos de identificación a
las divas y divos de la farándula con sus cuerpos perfectos y sus
extravagancias, esta valoración de lo pequeño y simple es una sabia llamada de
atención.
• Finalmente, esta lectura meditada del sencillo relato
de la viuda del Templo, nos ayuda a revisar el concepto que tenemos sobre la
generosidad, que no consiste en dar mucho sino en darse; no se trata de firmar
un cheque con muchos ceros – que ojalá lo hicieran con frecuencia aquellos que
tienen recursos -; es mucho más importante dar una parte de lo que somos. ¿Cómo
podemos dar una parte de lo que somos? compartiendo nuestro tiempo y lo que
sabemos, lo cual puede hacerse de muchas maneras: colaborando en las
organizaciones parroquiales o en las numerosas fundaciones que existen en la
ciudad, o apoyando algún proyecto específico de impacto social o visitando a
personas necesitadas de compañía. Son infinitas las posibilidades de expresar
la generosidad.
• Una lectura cuidadosa de este sencillo texto evangélico
nos descubre profundas enseñanzas: En primer lugar, descubrimos que para Dios
los protagonistas de la historia no son los personajes que detentan el poder
político y económico, sino las personas sencillas, que pasan desapercibidas. En
segundo lugar, Jesús nos invita a valor las cosas sencillas que, hechas con
amor, adquieren una honda significación. En tercer lugar, la generosidad debe
ponderarse en función de la entrega personal; no se trata simplemente de dar,
sino principalmente de darnos.