Homilía
Dominical
Noviembre 18 De 2012
Por: Fray Nelson Medina O.P.
San Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "En
aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna
no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se
tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran
poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los
cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las
ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca;
pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta.
Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y
la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo
sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre."
1. Una palabra
sobre el Final
1.1
A punto de
terminar nuestro año litúrgico es como espontáneo dirigir la atención hacia el
final. Y cuando la Escritura se refiere al final es el gran final, es lo
realmente último, es decir, aquello que ya no será sucedido por nada más,
aquello que lleva la marca de lo definitivo.
1.2
Cuando uno oye
hablar de algo que es la "última moda" uno sabe que no será la
"última" por mucho tiempo. Pronto será reemplazada por otra, que
tampoco durará mucho. En la Biblia, en cambio, la palabra "último"
tiene una connotación muy seria porque alude a aquello que queda, lo que ya no
será de otro modo. En contraste con el mundo nuestro, tan variable, la
reflexión sobre lo último nos invita a descubrir qué es lo que no habrá de
cambiar. Es lo mismo que se indica con expresiones parecidas como "al
final," ó "en aquellos días," si el contexto se refiere
precisamente a los últimos días.
2. La victoria
es de Dios
2.1
El lenguaje
apocalíptico causa fácilmente desconcierto. En español asociamos
"apocalíptico" con aquello que es trágico y afecta a muchas personas
a la vez, como decir una devastación, una bomba de gran poder, un terremoto, un
deslizamiento de tierra. La palabra apocalipsis significa "revelación,"
o más precisamente: de-velamiento. La literatura apocalíptica es un modo de
leer el conjunto de la Historia humana para responder a la pregunta: ¿y al
final qué queda de todo esto?
2.2
La apocalíptica
nace como un desarrollo de la profecía, sólo que mientras que los profetas leen
los acontecimientos desde Dios y buscan su "juicio," o sea, su
perspectiva o enfoque, sobre una porción o coyuntura, los escritores
apocalípticos ensanchan esa perspectiva en el tiempo, hasta abarcar
prácticamente todas las eras, y en el espacio, hasta interesarse por todo
cuanto existe, incluyendo lo que no vemos o conocemos completamente.
2.3
Pero el mensaje
no es de devastación sino de esperanza. De lo que se trata en esta clase de
literatura es de afirmar que el desenlace último no puede excluir a Dios sino
que en realidad le pertenece a Él. Incluso cuando vemos que poderes muy grandes
se levantan contra Dios, e incluso cuando veamos que una batalla encarnizada se
desarrolla ante nuestros ojos, e incluso cuando veamos que muchos tienen que
entregar hasta su vida por ser consecuentes en su fe, incluso en todo ello
podemos estar seguros de que vale la pena enseñar la justicia, como dice a
primera lectura de hoy.
3. Los Dos
Finales
3.1
Jesús en su
discurso habla de dos finales aunque parecen fundirse o traslaparse, quizá
incluso en su propia mirada. Uno es el final de la Historia humana en cuanto
tal; otro es el final del orden que hasta entonces regía para el pueblo judío,
o sea, el orden que tenía como presencia más visible el templo de Jerusalén.
3.2
Cuando él dijo
que no pasaría esa generación sin que "todo" se cumpliera se refería
en parte a sí mismo, pues su vida sobre esta tierra tocaba a su final, y de
hecho en su muerte se cumplieron algunos de los signos que él describe, pero se
refería en parte también al final de Jerusalén, como lo muestran, sin duda,
otros textos de tono apocalíptico en discursos suyos.
3.3
Lo importante
para nosotros, dejando los detalles a los estudiosos de la Biblia, es que el
Señor nos invita a mirar los signos de los tiempos y a reconocer que la
victoria definitiva va precedida por toda clase de eventos y situaciones que
tocan todos los aspectos y niveles de nuestra vida, de nuestro mundo y de
nuestra historia.
3.4
La fe, entonces,
es mucho más que uno entre tantos métodos para portarse bien en la sociedad y
ser capaz de convivir con otros. Creer no es sólo ser buena persona; es
comprender y proclamar que hay uno que es Señor, y que su señorío lo abarca
todo, como su ciencia y como su misericordia.