Homilía
Dominical
Julio 7
de 2013
Por
Fray Nelson Medina. O.P.
Lectura
Del Evangelio
Según
San Lucas
10,
1-12, 17-20
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y
los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde
pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos;
rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en
medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis
a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a
esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra
paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan,
porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os
reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid:
"Está cerca de vosotros el reino de Dios.”
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la
plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a
los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca
el reino de Dios.”
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que
para ese pueblo.”
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
"Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.”
Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como
un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y
todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los
espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.”
Palabra Del Señor-
Gloria A Ti, Señor Jesús.
1.
Promesa de Paz
1.1. Fue misión de los
profetas denunciar los pecados pero también, y esto no debemos olvidarlo,
educar en la esperanza. Si sus exhortaciones querían arrancar los vicios, empezando
por la idolatría y la injusticia, sus promesas tenían como propósito sembrar el
trigo bueno del amor y servicio a Dios y a los hermanos. La primera lectura nos
presenta una de esas promesas en la imagen bella de Jerusalén, ciudad colmada
de paz, de ternura, de protección y de alegría.
1.2 Dos puntos podemos
destacar de esta hermosa imagen. Primero: los que se alegrarán son los mismos
que por ella llevaron luto, de modo que la alegría de la que se nos habla es la
alegría de la redención. No es el gozo superficial de un placer que pasa pronto
sino la delicia de ver la fidelidad y el poder de Dios triunfando más allá de
los pecados de la misma Jerusalén y más allá del odio de sus enemigos.
1.3 Segundo punto: la
importancia del consuelo. Consolar es otorgar un bien sobreabundante que sana
las heridas del mal. Hay en esto una especie de justicia. Experimentar el
consuelo de Dios es propio de quienes han sufrido por sus intereses. La visión
de la Jerusalén gozosa no es entonces un espectáculo bonito sino el desenlace
de una fe que ha pasado por la humillación y que ahora se deleita al dejar
atrás las horas tristes.
2. Misión
Exitosa
2.1. En El evangelio hay tres momentos en este
texto de misión: primero, el envío; segundo, la tarea de los misioneros;
tercero, el balance gozoso de la tarea. Esos tres momentos sintetizan la vida
misma de la Iglesia, primero enviada por el Resucitado; luego peregrina en esta
tierra; finalmente, moradora de los cielos, precisamente con el nuevo nombre de
Jerusalén. Así resulta que la visión del profeta Isaías tiene su consumación en
lo anunciado por el evangelio.
2.2 Jesús envía a
setenta y dos: este es un texto propio de Lucas, que es el único que nos cuenta
de una misión a esta gran escala. El lenguaje del envío es directo y realista
hasta la crudeza: Jesús habla de una cosecha para recoger pero también de
tierra plagada de lobos; menciona expresamente las privaciones y la prisa del
camino, propias de quien se dedica a su tarea y renuncia a todo lo demás;
además, no olvida mencionar el caso del rechazo expreso que habrán de encontrar
los que vayan en su nombre.
2.3. El contenido
doctrinal de esta gran misión es notoriamente breve: "el Reino de Dios
está cerca." Esto hay que decirlo a todos, a los que les interesa y lo
reciben con gratitud, y a los que no les interesa y rechazan a los enviados.
Por otra parte, la misión no acaba ahí, pues es Jesús el que completará el
sentido de esa frase que se dice a todos. Lucas, en efecto, nos indica que los
setenta y dos fueron enviados a los lugares adonde él mismo pensaba ir. De modo
que la proximidad del Reino se funde en realidad con la proximidad de la visita
de Jesús. De aquí entendemos que donde Él está reina Dios.
2.3. Jesús habla
de una cosecha. No los envía como sembradores sino como encargados de recoger
la mies, que es "mucha." ¿Quiénes la sembraron? Hay un par de
respuestas por lo menos. Puede entenderse que Cristo está aludiendo a aquello
que sembraron los patriarcas y profetas, y en general todo lo que viene de lo
que llamamos el Antiguo Testamento. O puede pensarse en que el estado del mundo
es tal que se acerca el momento de "tocar fondo," y en esa situación
crítica la oferta de la gracia es realmente la única esperanza ofrecida a los
pueblos.